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martes, 15 de diciembre de 2009

Las capillas templarias


Desde la encomienda de Barcelona, queremos tratar un texto del historiador francés Michel Lamy, de su libro "La otra historia de los templarios", el cual nos habla sobre las capillas templarias.

Deseamos que sea de vuestro agrado.

"Imagen del interior de la capilla templaria de Barcelona (C. Ataulf, 4)"

Detengámonos por un instante en la arquitectura de las iglesias y capillas templarias, allí donde el aspecto puramente funcional cede paso a lo sagrado, a lo simbólico y a los signos de la doctrina oculta. Circulan un montón de ideas falsas al respecto. De creer a algunos, una iglesia templaria es un edificio circular a imagen del Santo Sepulcro o posee obligatoriamente un campanario octogonal. Esto es simplemente una estupidez. Estos errores fueron en general repetidos por Viollet-le-Duc, que escribía:

“La Orden de los templarios, especialmente destinada a la defensa y conservación de los santos lugares, erigía en cada encomienda una capilla que debía ser la representación de la retonda de Jerusalén.”

Esto condujo a atribuirles, como en Montmorillon, capillas en forma de retondas, aun cuando nada tenían que ver con ellas.

Si bien construyeron, efectivamente, retondas, como en Metz o en Laon, sus capillas siguieron en la mayoría de los casos el estilo local. La bóveda de cascarón era de rigor en Provenza, mientras que el presbiterio llano predominaba en la Gascuña, el Périgord y Saintonge. Muy a menudo, era de una gran sobriedad, sin decoración o casi, sobre todo cuando se trataba de capillas que no servían más que a los hermanos de la Orden y no a los fieles externos. No obstante, cuando estaban destinadas al público, no siempre se escatimaba en la decoración.

A veces manifestaban un simbolismo especial, libro de piedra que desvelaba, a aquellos capaces de comprenderlos, misterios doctrinales. Así en los templarios encierra una extraña iconografía. Los capiteles de la puerta norte ilustran la vida de Cristo. En uno se ve a la Virgen, acostada al lado de la cuan, y en otro, a Cristo, sumergido de medio cuerpo en una tina con apariencia de cáliz. Está bendecido, mientras que a cada lado, una mujer de rodillas le sirve. Según los especialistas se trataría de una representación de la curación milagrosa de la comadrona ciega que vino a lavar al niño cuando nació. Ahora bien, esta escena no existe más que en unos evangelios apócrifos, lo cual supondría que los templarios habían tenido conocimiento de ellos y que habían estudiado ciertos textos heréticos. El interior de la iglesia de Montsaunès está plagado de símbolos astrológicos y alquimistas, incluido un “péndulo de Salomón” sostenido por dos personajes. En los capiteles de la puerta de poniente hay unas escenas representadas encuadradas por pequeñas columnas acanaladas rematadas por una especie de torrecilla o de minarete de estilo árabe.

En Montsaunès se puede ver igualmente a Cristo sobre las rodillas de su madre. El niño está ataviado a la moda oriental y lleva en la mano un libro cerrado que representa la doctrina oculta. En la puerta sur, un motivo curioso se encuentra situado en línea con el sol en el solsticio de invierno. Los rayos del astro diurno penetran en la iglesia por un agujero para acabar en un hueco de una losa que se encuentra a unos tres metros en el interior. Unos frescos muestran un ciervo situado sobre un tablero de ajedrez blanco y rojo y un cordero en una parrilla. Esta iglesia albergaba una virgen negra que ha sido retirada de allí. Estamos muy lejos en este caso de la desnudez cisterciense.

Conviene también recordar Tomar. Desgraciadamente, se realizaron unos trabajos de acondicionamiento después del fin de la Orden, pero los que se ocuparon de los diferentes trabajos eran sin duda “descendientes” de los templarios, puesto que se trataba de la Orden de los Caballeros de Cristo.

La fortaleza de Tomar fue edificada por orden de Gualdim Païs, sexto Gran Maestre de Portugal. Cosa curiosa, tras su muerte en 1195, no fue enterrado en la retonda de Tomar sino en una iglesia de la ciudad baja: Notre-Dame-des-Oliviers.

La entrada y la salida están señaladas por unos pozos lamentablemente en gran parte ciegos hoy día. Otra iglesia, de torre octogonal, lleva el nombre de San Juan Bautista. En la fachada, un bajorrelieve, que una esfinge nos invita a examinar atentamente, representa un gran perro que figura la constelación cuya estrella principal es Sirio, o Sothys para los orientales. Se ve también un león que evoca la constelación y su estrella, Regulus. En el centro, un “Grial”, que hay que relacionar con la constelación de “la Copa”. Estas figuras determinan un ángulo de 34 grados. Ahora bien, la constelación de Leo forma con la Copa y la estrella Sirio del Gran Perro un ángulo de 34 grados, a medianoche del horario solar, el 20 de enero. Se trata del día en que se celebra la festividad de San Sebastián, ese miliciano romano que fue asaeteado antes de ser… decapitado. Una cabeza cortada más. Ahora bien, San Sebastián era uno de los santos preferidos de los templarios. Éste no es uno de los menores secretos de Tomar. Maurice Guinguand pone en evidencia algunas otras particularidades. Señalemos antes de terminar con Tomar que la tumba de Gualdim Païs está vacía.

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