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viernes, 13 de enero de 2012

Padre Gabriele Amorth: Una vida consagrada a la lucha contra Satanás


Desde la encomienda de Barcelona recuperamos nuevamente el apartado dedicado a conocer con mayor profundidad la lucha espiritual entre el bien y el mal que reina entre los hombres.

Gracias a la experiencia del exorcista, el padre Gabriele Amorth, reflejadas en su libro “Memorie di un esorcista – La mia vita in lotta contro Satana -”, podemos ser conscientes de la importancia que tiene el llevar una vida recta y el rezar con regularidad no sólo por la salvación de nuestra alma, sino por la de los demás.

Desde Temple Barcelona, estamos deseosos de que su contenido os sirva de reflexión.

¿Un alma en la oscuridad?

Nos preguntamos si los únicos causantes del sufrimiento de un alma son los demonios, o si también pueden intervenir almas condenadas. Pese a los engaños y trampas que nos tiende el demonio, creo posible la intervención de los condenados. Sabemos que los demonios tienen su propia jerarquía y, por lo tanto, un diablo puede ordenarle a un condenado que atormente a un alma. Así lo he deducido de todos aquellos casos en que he detectado una fuerza muy inferior a la que suelo encontrar cuando hay demonios.

Existen almas errantes, que aún no tienen asignado un destino definitivo.

Voy a relatar un episodio excepcional, que tengo grabado en casetes. Un día, viene a verme una señora con dolores muy fuertes y muy raros. Empiezo a rezar y ella cae en una especie de trance.

Le digo a la presencia de su interior. “En nombre de Dios, dime quién eres”, y responde a mis preguntas sin dificultades. Dice ser un albanés de origen calabrés. Llegó a Calabria el día de Todos los Santos; murió al volante de un coche, en estado de embriaguez, y en el accidente mató a otro. Noto que cuando hablo de diablos e infierno se aterroriza. Le pregunto: “¿Estás en el infierno?”, y responde con fuerza: “¡No!”. “¿Dónde estás?”, insisto. “En la oscuridad”, contesta, dejándome perplejo. Le pregunto cómo ha entrado en la mujer, y me cuenta con gran detalle una historia que, más tarde, la señora, al salir del estado de trance, me confirma. Dice que se vio obligado a entrar por culpa del vigilante del cementerio, que utilizó partes de su cadáver para un maleficio.

Le pregunto si desea ver a Dios; me responde con un largo “sí”, convencido y sereno. Un día le hablo de María Santísima; no sabía nada, y se apresura a decirme que su madre se llama Carmelina. Comienzo a instruirlo; me escucha con interés. Empiezo a pensar que tal vez esté realmente en la oscuridad (¿el Sheol judío?). Al preguntarle si está dispuesto a pedirle perdón a Dios por sus pecados, me dice que sí. Lo confieso de forma muy somera, bajo condición, y lo absuelvo bajo condición.

Después le pregunto cuándo se irá. “Dentro de veinte días”, contesta. “¿Y dónde irás?”, insisto. “A expiar mis pecados”. ¿Tal vez al purgatorio? Aquella noche, cuando la señora regresa a casa, su presencia interior le dice: “Te he hecho sufrir demasiado; no ha sido culpa mía. Cuando esté en el cielo, rezaré mucho por ti”.

El caso plantea múltiples interrogantes. Con todo, debemos recordar que, según la tradición, san Francisco resucitó a una mujer fallecida en pecado mortal, la confesó y, después, ella descansó en paz.

Los fantasmas no existen

¿Existen los fantasmas?

No, son pura invención, o trucos del demonio, que se manifiesta en forma de lo que llaman espíritus o fantasmas. Sólo existen ángeles, demonios y hombres.

¿Alguna vez ha tenido casos de demonios íncubos o súcubos?

Más bien de demonios sometidos a otros demonios; por ejemplo, cuando el padre Pío estaba en Venafro. El demonio es puro espíritu y, para ser visible, debe asumir una forma. Otro tanto puede decirse de la Virgen, los ángeles y los santos. Un caso típico es el del arcángel Rafael, que asume el aspecto de un joven viajero para viajar con el hijo de Tobías, aunque al final revela su identidad. Para asustar al padre Pío, el demonio solía presentarse como un perro rabioso; así es como lo aterrorizaba. Para engañarlo, asumía la forma de Jesús o de la Virgen, de su superior, de su director espiritual, del padre guardián. Entraba en la celda, le daba órdenes…Después el padre Pió, muy perplejo, iba a preguntarle al padre guardián: “¿Me ha dicho usted que debo hacer esto y lo otro?. “¡No! Yo no he ido a verte”, respondía el otro, y el padre Pío comprendía que había sido el demonio. A veces también se le aparecía en forma de chicas desnudas y provocativas, para tentarlo en su castidad. Chicas desnudas y provocativas, muy hermosas. Una vez el demonio me dijo: “Muchas mujeres que consideráis bellas están aquí conmigo, en el infierno”. Piense en ciertas mujeres que provocan escándalos, en ciertas actrices de películas pornográficas…Escándalos ante millones de personas. En el infierno. Pero lo cierto es que, a mí, los demonios nunca se me han aparecido bajo falsas apariencias.

El caso más difícil

¿Cuál es el caso más difícil que tiene usted entre manos?

Tengo tres casos muy difíciles; el viernes pasado cometí el error de recibirlos a los tres el mismo día, entre los cinco pacientes de la mañana. Estaba con un grupo de personas robustas. Uno de ellos no es exorcista, pero tiene poderes especiales y cuando bendice expulsa demonios. Es un sacerdote pasionista, que me ayuda mucho. Además él también es robusto y me ayuda a sujetar a los pacientes.

El caso más grave es el de una mujer, que, ahora, después de muchos exorcismos, está mejor. Es una enfermera muy competente. Tras años y años de exorcismos, obtuvo su diploma de enfermera y hace muy bien su trabajo en el hospital. Allí nadie ha notado jamás nada raro. En cambio, en su casa es un desastre. Chilla, golpea, rompe platos y cuadros. Una posesión terrible; cada vez que viene a una sesión de exorcismo es un auténtico desastre. Y todo a causa de un maleficio.

Estos tres casos son de posesiones muy fuertes. Cuando los exorcizo, hay que atarlos y sujetarlos con firmeza. También tengo una mujer de unos treinta años que no hace nada, víctima de una posesión tremenda; en su casa están desesperados, porque tiene una fuerza hercúlea. Es alta y recia, y rompe, blasfema, chilla sin cesar. Sin duda, el diablo está presente; incluso sabemos los nombres de los demonios que tiene dentro. El jefe es Satanás, y Satanás siempre tiene que ver con las posesiones, aunque se sirva de otros.

Una vez, mientras exorcizaba a un hombre poseído, le dije al demonio: “¿Por qué no te vas?”, y me contestó: “Porque Satanás me castigaría”. Sí, porque entre los demonios existe una jerarquía, lo mismo que entre los ángeles. San Miguel es el príncipe de los ángeles y Satanás, el de los demonios. Es una jerarquía basada en el odio. Se odian entre ellos, se temen unos a otros, porque el más fuerte puede dañar a los más débiles.

El tercer caso difícil es el de otra mujer, otra posesión, sin lugar a dudas. A menudo estas personas ya entran aquí furiosas. Más de una vez he visto que se ponen furiosas aquí dentro, o cuando están tendidas en la camilla. Mientras los atamos, forcejean. Y más de una vez me he encontrado con otros casos diferentes.

En definitiva, no se puede practicar un exorcismo en contra de la voluntad del paciente. Por ejemplo, en ocasiones las personas han expresado su voluntad de venir el día antes y, al día siguiente, sus pacientes las traen a la fuerza, en pleno ataque. A muchos los llevan en brazos y ya entran furiosos. En algunos casos ni siquiera han podido sacar a la persona del coche. Entonces yo me monto en el coche y hago el exorcismo allí dentro. En ese momento, el paciente no nota ninguna mejoría, pero al menos se calma, porque el exorcismo dura hasta que uno recupera sus facultades.

A la más terrible de todas, el caso más difícil, la exorcizo durante media hora; después la llevamos a la habitación contigua, donde hay un sofá. La tienden en el sofá mientras ella sigue en trance, y seguimos, a veces toda la noche: plegarias, bendiciones, agua bendita, aceite exorcizado…Seguimos hasta que sale del trance. Son horas terribles: gritos y, sobre todo, blasfemias. Dice de todo y amenaza: “¡Te aseguro que me las pagarás! ¡Ya verás lo que te pasa!”, y cosas por el estilo.

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