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jueves, 20 de septiembre de 2012

Templarios en las tierras del río Ebro: Garcia




Desde la encomienda de Barcelona volvemos a escribir sobre la influencia que tuvieron los templarios en las tierras bañadas por el río Ebro. Para ello hemos seleccionado un nuevo texto del escritor y periodista español afincado en la provincia de Barcelona, D. Jesús Ávila Granados, de su libro “Templarios en las Tierras del Ebro”.

Desde Temple Barcelona deseamos que disfrutéis de este paseo por nuestra historia.

Fotografía de la ermita de Santa Magdalena de la villa de Garcia.

Garcia, Ribera d’Ebre, Tarragona

Garcia, situado en el centro oriental de la comarca sobre la ribera izquierda del Ebro, es uno de los pueblos más antiguos de la Ribera del Ebro, como lo confirman numerosos yacimientos arqueológicos catalogados en el municipio. Jordi Castellví Llebaria, erudito de esta villa, nos habla de tres enclaves considerados esotéricos en este municipio; uno de ellos, conocido como la Roca de Sol, habría podido ser un altar (ara) de culto y oración de las culturas prehistóricas, como piedra sagrada. Esta singular piedra, que presenta forma de timbal, se alza encima de la vertiente oriental de la carretera y del curso del Ebro, en el trayecto que discurre entre las poblaciones de Garcia y Vinebre.

A pocos metros de este enclave sagrado, sobre la fachada meridional de la tierra del Tormo. Se encuentra una cavidad natural conocida tradicionalmente por la gente de Garcia como la cova dels Cremats (de los Quemados), en clara referencia a los colectivos cátaros que, en el decurso de los siglos XIII y XIV, encontraron cobijo; se cree que también podría haber pasado por este esotérico enclave Guilhèm Belibasta, el último prefecto cátaro, en su arriesgado viaje hacia Sant Mateu.

El nombre de Garcia –que se corresponde con uno de los apellidos más abundantes de España- es una derivación del árabe clásico (algarjiya), que significa “localidad”. Garceia –como era llamada por los andalusíes- dependió del bailío de Siurana.

La conquista cristiana fue protagonizada por Albert de Castellvell, a mediados del siglo XII, el cual no dudó a librar la plaza a la poderosa familia Entença, de Mora. No obstante, sabemos que el castillo de Garcia no participó en las campañas de destrucción llevadas a término por los Entença a las plazas templarias de las Camposines y Villalba dels Arcs, lo que nos lleva a deducir que los habitantes, con un sustrato morisco importante, estaban más próximos al sentimiento de los caballeros del Temple. Es posible que, a cambio, los colectivos marginales (hispano-musulmanes y judíos) de Garcia recibiesen de los templarios unas ayudas que asegurasen el clima de diálogo intercultural.

A pesar de que la historia del Temple fue borrada de los anales de las crónicas de Garcia, hemos detectado algunas evidencias que confirman la presencia de los templarios en esta población ribereña. La antigua iglesia parroquial, que se alza sobre el cerro que domina los techos de Garcia, seguramente fue templaria; el edificio consta de una nave longitudinal, en la cual se abren ocho capillas (número de la reencarnación), y un retablo conocido como un altar de las almas, que parece que procede de la cartuja de Escaladei (Priorat). También en las capillas laterales se rendía culto a san Juan Bautista, santa María Magdalena, san Roque, san Sebastián…Lamentablemente, durante la guerra civil se destruyó el templo, y posteriormente fue restaurado en parte. La iglesia moderna, construida en 1949 al interior de la población, también está dedicada a la Natividad de la Madre de Dios.

Por otro lado, a 7 kilómetros de la población se encuentra la ermita de Santa María Magdalena, en el interior de un santuario rupestre, construido por los templarios dentro de una gran gruta rocosa, sobre el nacimiento de una fuente milagrosa; se trata de una enclave de fuerza y energía telúrica, marco excepcional para la celebración de ritos de iniciación.

Pero recomendamos que no abandonéis el municipio de Garcia sin haber realizado la ruta del Puente de l’Ull de l’Asmà, de 10km de longitud, en un recorrido de baja dificultad que os permitirá descubrir los paradisíacos espacios naturales del profundo barranco del Siurana. Antes de llegar a Vinebre, en el área de descanso de la C-230, podrá admirar los restos de un embarcadero íbero (s. III aC); precisamente este tramo de la citada carretera se corresponde con la legendaria senda medieval que sigue la ribera izquierda del Ebro, a contra corriente, nombrado Pas de l’Ase (Paso del Asno), citado en los escritos de Anselmo Turmeda (1352-1432), fraile franciscano convertido al Islam, autor de numerosos libros didácticos, la mayoría de los cuales fueron reducidos a cenizas por la Inquisición.

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