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martes, 30 de noviembre de 2010

Existen 22 millones de niños refugiados en el mundo sin acceso a la educación.


Muchas veces, nos preocupamos por las noticias que nos ofrecen en primera línea los diferentes medios de comunicación. Llámese aumento del desempleo, bajada unificada de las bolsas de valores, maltrato y violencia de géneros, aumento de la delincuencia, tensiones bélicas entre países, entre otras muchas más.

Pero hay otra clase de noticias que raras veces suelen salir en portada. Precisamente por eso queremos desde la encomienda de Barcelona tratar una de ellas. Es una utopía el hablar de intentar hacer “un mundo mejor”, pero rara vez caemos en la cuenta que eso no será posible, si antes no se forma a las personas para que ese deseo pueda cumplirse.

Por eso es importantísimo que todas las personas, especialmente los niños, puedan tener acceso a la educación. Los conocimientos y la reflexión individual, son una herramienta necesaria para que el hombre pueda alcanzar un estado intelectual que le permita discernir correctamente entre lo que es justo, de lo que es injusto; de lo que está bien, de lo que está mal; de lo que es importante, de lo que es meramente superfluo, etc.

Hay personas en el mundo que sí se han dado cuenta de esta circunstancia y por eso se esfuerzan en paliar esa injusticia social. No sólo hay que proteger a los niños cuando éstos están en el vientre de su madre, sino que también hay que hacerlo cuando se están formando como personas.

Para invitaros también a esta reflexión, hemos creído oportuno compartir con todos vosotros la siguiente noticia que ha sido publicada en la página Forum Libertas.

Desde esta humilde página, deseamos que su contenido os haga también meditar sobre esta importe cuestión.

Entreculturas / ForumLibertas

La ONG Entreculturas, ligada a la Compañía de Jesús, ha presentado el informe “Educación en tiempo de espera. Un derecho vulnerado para millones de personas refugiadas y desplazadas”, con motivo del 30 aniversario del Servicio Jesuita a Refugiados (SJR)". En el informe se analizan dos casos que el SJR conoce bien y ha estudiado (Colombia y Sur Sudán), y se acompaña con cifras que afectan al mundo entero.


El número de personas refugiadas y desplazadas en el mundo a causa de conflictos y persecuciones es de 43,3 millones, según cifras del año 2009. De estos, aproximadamente 22 millones son niños, niñas y jóvenes menores de 22 años refugiados y desplazados, que representan el 51% del total. De los 43 millones, 15,2 millones son personas refugiadas, 27,1 millones son personas desplazadas dentro de su propio país y cerca de un millón de personas son solicitantes de asilo, según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

Valeria Méndez de Vigo, responsable del departamento de Estudios e Incidencia de Entreculturas, ha señalado que “pese a que el derecho a la educación está reconocido por la comunidad internacional, éste se vulnera de manera sistemática".

Una gran mayoría de niños y niñas desplazados no recibe educación. Tampoco la población adulta y joven desplazada o refugiada ve satisfecho su acceso a una educación y aprendizaje permanente. Esta vulneración del derecho a la educación dificulta el cumplimiento de otros derechos.

Valeria Méndez de Vigo explican que “la mayoría de la población refugiada lo estará durante un periodo largo, con una media de diecisiete años desplazados”. Niños, niñas y jóvenes pasarán su infancia y juventud en campos de refugiados o en asentamientos improvisados.

Para las niñas, menos educación

Para las niñas es aún peor: en los campos de refugiados es menor el número de niñas que acuden a la escuela que el de niños. Esta diferencia es mayor a medida que aumenta el nivel educativo, de manera que, por lo general, se aprecia un importante descenso en el porcentaje de niñas que participan en niveles superiores de la educación primaria o secundaria.

Leone Lam Ferem, sudanés, refugiado juntamente con toda su familia durante 14 años en Uganda, y en la actualidad director de proyectos de SJR en Lobone (Sur Sudán), ha explicado de primera mano la importancia de la educación de las niñas y jóvenes “ya que las niñas de ahora son las mujeres del futuro. Educar una niña es educar el mundo, y este es nuestro deseo para ser un país fuerte”, ha indicado. Además, ha expuesto los beneficios del programa “Acción Afirmativa” que se lleva a cabo en Lobone y Nimule, en el que “el número de niñas que acaban la secundaria ha incrementado considerablemente en los últimos años gracias a todas las acciones de promoción de la escolarización de las niñas”.

“Cuando después de 21 años de guerra, pudimos volver a nuestros hogares, la gente se preguntaba por qué habíamos vuelto ya que no había nada, ni escuelas ni infraestructuras. Dábamos clases debajo de un árbol, pero poco a poco se fueron creando escuelas y hogares, y ahora los niños vuelven a jugar en la calle”, ha manifestado.

Desplazados "invisibles"


Carol Fernanda, miembro del equipo de acción humanitaria y prevención del SJR en Colombia, ha puesto sobre la mesa la vivencia de miles de mujeres y niños que se ven obligados a desplazarse forzosamente de sus hogares a causa del conflicto sociopolítico. “Una de las principales causas de desplazamiento es la vinculación y posterior reclutamiento de niños, niñas y jóvenes”, ha explicado.

Además, en Colombia uno de los peligros más grandes es el de la invisibilización de la población desplazada, ya que no suele producirse en masa, sino “gota a gota, hacia la periferia de las grandes ciudades, estableciéndose en barrios ya de por sí vulnerables: la gente llega silenciosamente a los barrios, y esta realidad pasa a ser invisible”.

Las principales conclusiones del informe inciden en que la educación es un derecho de todas las personas reconocido por la comunidad internacional, que se vulnera; en los casos en los que existe el acceso a la educación, ésta suele darse sólo en las primeras etapas educativas, y la calidad es, en ocasiones, deficiente; la educación es considerada fundamental por las propias personas refugiadas y desplazadas; hay una marcada discriminación en el acceso a la educación de las niñas refugiadas y desplazadas y, sobre todo, un abandono mucho mayor de la escuela; la educación constituye una herramienta de protección para la población refugiada y desplazada; la educación es una condición para el desarrollo; y que la educación debe ser prioritaria en el trabajo con población refugiada o desplazada y constituye una acción fundamental en situaciones de emergencia.

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