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lunes, 18 de abril de 2011

Padre Amorth: una vida consagrada a la lucha contra Satanás


Desde la encomienda de Barcelona, hoy queremos compartir nuevamente la experiencia de uno de los exorcistas más experimentados del mundo. Esta vez hemos seleccionado tres textos que nos invitan a la esperanza y los beneficios que reporta el sacrificio hacia los demás y la importancia que tiene para el destino de nuestra vida que nuestro espíritu esté con Dios.

Para ello hemos seleccionado estas experiencias del padre Amorth de su libro “Memorias de un exorcista”.

Desde Temple deseamos que su lectura nos ayude un poco más a encaminar el rumbo de nuestras vidas.

El tiempo de liberación

¿Es cierto que, hoy en día, el período necesario para obtener la liberación mediante exorcismos es más largo que antes?

En mi opinión, esto ocurre porque hay menos fe, incluso por parte de los exorcistas. Y las personas exorcizadas y sus parientes también tienen menos fe.

Recuerde aquel episodio del Evangelio en el que nueve apóstoles, al pie del monte Tabor, no consiguen liberar a un joven. Se defienden alegando que lo hacen en nombre de Cristo y le preguntan a Jesús: “¿Por qué nosotros no pudimos expulsar a ese demonio?”. La respuesta es: “Porque tenéis poca fe”. Según otro evangelista (el episodio está en los tres Evangelios sinópticos), Jesús respondió: “Esta clase de demonios se expulsa sólo con la oración”. Y un tercero dijo: “Se expulsa sólo con la oración”. Ahora bien, para los judíos, la oración siempre iba unida al ayuno. Por tanto, el evangelista que sólo habla de oración sobrentiende el ayuno. Hoy en día, tanto el exorcista como las personas exorcizadas tienen poca fe, por eso se necesita mucho tiempo.

El período de liberación también depende del tiempo que el mal lleve enraizado. Sólo en un caso, ¡sólo uno!, liberé a una chica de catorce años con un exorcismo de diez minutos. ¿Por qué? El día antes, había ido con una amiga, por curiosidad, a un rito satánico. Por la noche, cuando volvió a casa, chillaba, mordía, pataleaba. Su padre la metió en el coche (vivían cerca de Roma) y la llevó al santuario de la Escalera Santa. Naturalmente, estaba cerrado. Tuvieron que esperar hasta las seis de la mañana. Cuando abrieron, el hombre preguntó por el padre Candido y le dijeron que ya no hacía exorcismos, porque estaba enfermo. “Lo sustituye el padre Amorth”, añadieron, para que se dirigiera a mí.

La niña llegó aquí poco después de las ocho; yo ya había empezado a hacer exorcismos, y seguí hasta las doce del mediodía. Gracias a Dios, no estaba solo; me acompañaba otro exorcista más competente que yo, otro alumno del padre Candido, que aún exorciza. Los porteros me decían: “Anda, padre Amorth, reciba también a ésos”. Yo respondía: “Estoy muy cansado, ya son las doce…”. E insistían: “Están esperando desde las ocho de la mañana; en realidad, llegaron a Roma anoche”. Al final, cedí: “Está bien, vamos a exorcizarla”.

Tras diez minutos de exorcismo, cayó en trance. Primero me mordió la mano; no fui lo bastante rápido, apartándola y me dije que debía tener más cuidado. El otro exorcista, al verla en trance, se acercó a la camilla y preguntó: “¿Te has quedado sin fuerzas? ¿No puedes ni hablar?”. Dijo que no con la cabeza. A los tres o cuatro minutos, corría por el patio con su hermano. ¡Curada por completo!

En el caso de esta chica, el demonio acababa de entrar, sólo hacía un día; por eso la liberación fue tan rápida. En cambio, cuanto más tiempo lleva, más raíces echa. Por eso, en el primer exorcismo le pedimos al Señor que desarraigue al diablo y lo expulse. A veces, llega un hombre de cincuenta años y, al repasar su historia, nos enteramos de que fue víctima de un maleficio cuando era pequeño, pongamos a los cinco años de edad. Después de tantos años, el demonio ha echado raíces tan profundas y es comprensible que se necesite mucho tiempo. Si conseguimos la liberación en cinco, seis o siete años, ya me doy por satisfecho.

Sufrimientos y beneficios espirituales

Ha dicho usted que muchas veces las liberaciones difíciles, que requieren largo tiempo, aportan un beneficio espiritual a las familias de los poseídos. ¿Esto también ha incidido en su vida?

Sin duda. He visto los beneficios espirituales que el Señor da para compensar los sufrimientos de estas personas. Ofreciendo los sufrimientos a Dios, se salvan las almas. Y el Señor tiene muchas almas que son víctimas. Escribí Una vita dietro un sorriso, la historia de una mujer beatificada que pronto será canonizada, Alejandrina María da Costa, a quien le debemos la consagración del mundo al Corazón Inmaculado de María. Pues bien, según varios testigos, ella experimentaba la Pasión, tenía estigmas y, en los últimos trece años de su vida, vivió única y exclusivamente de la Eucaristía. Padecía sufrimientos continuos y atroces día y noche, porque no dormía.

Según una revelación del Señor, esta mujer salvó millones de almas. Piense en la Virgen de Fátima, en lo que les dijo a los tres niños: muchos van al infierno porque no hay quien rece y se sacrifique por ellos. Mejor dicho, quien se sacrifique y rece por ellos, porque sacrificarse es antes que rezar y es más importante. He conocido a enfermos incurables e intratables que me decían: “Le doy gracias al Señor por esta enfermedad, se lo ofrezco todo al Señor para salvar almas”. Y también: “No renunciaría a mi enfermedad, es mi misión para salvar almas”. Gente que estaba inmóvil en la cama… El Señor obtiene beneficios espirituales en todas partes.

Nosotros estamos muy vinculados a la tierra, a las cosas terrenales, y no pensamos que la tierra dura poco, mientras que la eternidad dura siempre. ¡Si viera la cantidad de folletos que doy con los diez mandamientos! En primer lugar, miro qué tratamientos médicos han seguido, los análisis, el historial. Después, les pregunto si rezan, si van a misa, si se confiesan. Tengo una gran cantidad de folletos. Y les digo: “Leed el decálogo y estudiadlo bien”. Siempre empiezo por el tercer mandamiento: santificarás las fiestas. Y, como no puedo comentarlos todos, luego paso al sexto: no cometerás actos impuros. No es el pecado más grave, pero es nuestra debilidad. Los pecados más graves son la soberbia y el orgullo. Sin embargo, incumplir el sexto mandamiento es el pecado más común, tanto que san Alfonso de Ligorio decía: “La mayoría va al infierno por este pecado y nunca sin este pecado”. Les ocurre a todos los hombres, es nuestra mayor debilidad.

Luego, mientras seguimos hablando, les cuento el episodio del joven que le pregunta a Jesús: “Maestro, ¿qué es lo bueno que debo hacer para conseguir la vida eterna?”. Y Jesús le responde: “Cumple los mandamientos”. Entonces les digo: “Vamos a estar muy poco en la tierra. Y después no hay una tercera vía, sólo cielo o infierno: ¡no hay escapatoria!”.

Medjugorje y Renovación en el Espíritu

Al principio de nuestra conversación, ha hablado usted de Renovación en el Espíritu y de los grupos de oración vinculados a Medjugorje. ¿Por qué le interesan tanto y dedica su tiempo a estas personas?

Me interesan mucho los grupos de Renovación, porque tienen el gran mérito de haber relanzado la lectura de la Biblia y la devoción por el Espíritu Santo; además, rezan plegarias de curación y de liberación. Por eso, cuando me escriben personas desde el extranjero pidiéndome exorcismos, las remito a estos grupos.

Por ejemplo, había un hombre que no paraba de insistirme desde Australia, porque muchas personas creen que con venir aquí, recibir un exorcismo y volver a su país ya están curadas; no se dan cuenta de que necesitan años. Como le he dicho, yo me doy por satisfecho si alguien se libera en cuatro o cinco años. También hay personas que se liberan en ocho o nueve meses, pero son casos menos frecuentes. En general, se necesitan cuatro o cinco años, y muchos nunca se liberan del todo.

Me siento muy vinculado a estos grupos de Renovación, porque rezan plegarias de curación y de liberación a veces sin exorcistas ni curas. Rezan en grupo. Aquí, en Roma, hay muchos grupos de este tipo. Por ejemplo, en la iglesia de Sant’Angelo in Pescheria, está el padre Ermete, que no es exorcista, pero da bendiciones muy efectivas, los miércoles y los sábados. Empiezan a rezar a las seis de la tarde, pero el padre Ermete está allí desde las cuatro para bendecir y confesar. Vive en Monte Sacro, donde está la iglesia de los Ángeles Custodios. Por la mañana, bendice y confiesa allí, y los miércoles y los sábados hace plegarias de liberación y de curación. Y la verdad es que funcionan.

Por otra parte, me siento muy vinculado a Medjugorje, porque fui director de la revista mariana de la editorial San Pablo y seguí el caso desde que empezaron las primeras apariciones, en 1981. Después, he escrito libros y un montón de artículos sobre Medjugorje, además de ir allí muchas veces, porque quería saber si las apariciones eran verdaderas o falsas.

¿Y cree que son verdaderas?

Desde luego. A lo largo de los años, entablé amistad con los seis chicos que las ven, y también escuchaba a la gente. Es el lugar del mundo donde más se confiesa la población y en el que hay más conversiones; más que en Lourdes, más que en Fátima. Es todo un récord, las cifras lo demuestran.

En cuanto a la lucha contra el demonio, hay muchas personas que rezan, a veces con sacerdotes; los que van a Medjugorje también se reúnen en grupos de oración. En 1984, fundé un grupo de Medjugorje aquí, en Roma. El último sábado de cada mes rezamos tres horas, como se reza en Medjugorje. Es un grupo formado por personas que íbamos a Medjugorje.

¿En sus exorcismos menciona a la Virgen de Medjugorje?

No, no la menciono. Suelo invocar a la Inmaculada, la Madre de Dios. También soy muy devoto de la Virgen de Guadalupe, esa Virgen de ahí (señala una imagen de la misma), que convirtió América Latina, una tierra que, de no ser por Ella, no se habría convertido. Primero llegaron los frailes, pero no consiguieron nada de nada. Luego la Virgen se apareció como algo suyo, no como una figura importada desde el otro lado del océano (recordemos que los nuestros, los europeos que fueron a América, se comportaban muy mal, como ladrones y asesinos). Y, a través de la Virgen, la población llegó a Dios y se convirtió. Siento especial devoción por la Virgen de Guadalupe, en parte porque, en la antigua lengua de los indios, su nombre significa “La que le aplasta la cabeza a la Serpiente”, un nombre muy adecuado para ser protectora de todos aquellos que ejercen mi ministerio.

1 comentario:

  1. yo tambien tengo un especial devocion a la Virgende Gudalupe por que siempre esta acompañandome y nos cubre con su manto de amor

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