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viernes, 21 de octubre de 2011

Conociendo a Jesucristo: Sermones y Discursos


Desde la encomienda de Barcelona volvemos a compartir con todos vosotros la ética con la que Nuestro Señor Jesucristo preparó a sus discípulos.

Para ello hemos seleccionado un texto del teólogo J.R.Porter que fue publicado en su libro “Jesus Christ”, donde esta vez nos aclara los sermones y discursos que nos enseñó el Unigénito.

Desde Temple Barcelona deseamos que su lectura os sea enriquecedora.

Representación de uno de los sermones de Jesús

Según los evangelios sinópticos, Jesús expresó la mayor parte de su doctrina en dichos sucintos y sentenciosos o en breves parábolas. Este hecho contrasta con el Cuarto Evangelio, en el que la doctrina de Jesús representa casi por entero en discursos más largos. Sin embargo, existen ejemplos en los evangelios sinópticos de discursos extensos atribuidos a Jesús, como el llamado “Apocalipsis Sinóptico” (Mc 13, 5-37 y paralelos). En el Evangelio según Mateo hay por lo menos cinco discursos de este tipo, los cuales ocupan un lugar destacado en la estructura de la obra.

Sin embargo, aunque no es imposible que Jesús ocasionalmente construyera alguna frase a la manera de algunos profetas del antiguo Israel, evidencias internas sugieren que, tal y como están, los discursos de los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas son, en realidad, recopilaciones de dichos individuales. Por ejemplo, dichos que aparecen en un discurso de uno de los evangelios, en ocasiones aparecen en otro evangelio en un contexto completamente distinto.

Los más conocidos de este tipo de discursos aparecen en dos versiones relacionadas, conocidas tradicionalmente como el Sermón de la Montaña (Mt 5-7) y el Sermón de la Llanura (Lc 6, 20-49), las cuales se ocupan de las retadoras exigencias éticas de Jesús. La comparación entre las versiones de Mateo y Lucas sugiere que ambas derivan de una recopilación más antigua de dichos, bien en forma oral o escrita, que cada evangelista extendió e interpretó a su manera. En ambos evangelios, el discurso se presenta como dirigido a un público general (Mt 7, 28; Lc 6, 17, 7, 1), pero parece probable que originalmente fuera pensado sólo para los discípulos (Mt 5, 1; Lc 6, 20) y se conserva como un manual de instrucciones para la Iglesia primitiva.

Tanto en Mateo como en Lucas, el discurso esencialmente representa la proclamación del reino por el Mesías. Este punto queda más claro en Mateo, en el que el sermón abre la sección de este evangelio que establece el mensaje y las enseñanzas de Jesús (Mt 4, 17- 16, 20). Sin embargo, considerarlo básicamente como una ley –incluso si se trata de una nueva ley para Israel- es confundir su carácter. Las enseñanzas morales y éticas que contiene representan los requerimientos y las obligaciones de aquellos que están preparados para aceptar el presente del reino.

La posición de las bienaventuranzas al inicio del sermón es significativa: éstas aportan la clave para todo lo que sigue. Lucas cita sólo cuatro de las nueve bienaventuranzas mencionadas por Mateo, y existen diferencias (probablemente sin importancia) en la forma de abordar las que ambos incluyen. La estructura formal de las bienaventuranzas se basa en el modelo de dichos similares de la Biblia hebrea y otros textos judíos. Por ejemplo, en el libro de Sirácide (Eclesiástico) (Si 25, 7-10) existe una secuencia de nueve bienaventuranzas.

Las Bienaventuranzas del Reino

Las bienaventuranzas del Sermón de la Montaña del Evangelio según Mateo y el Sermón de la Llanura del Evangelio según Lucas parecen reflejar deliberadamente los versos de inicio de Isaías 61, lo que da la calve de su carácter. Isaías 61 fue el texto a partir del cual Jesús hizo su primera prédica en la sinagoga de Nazaret (Lc 4, 18-20), y las bienaventuranzas son dichos proféticos y apocalípticos que expresan el núcleo de la prédica de Jesús en las sinagogas de Galilea, donde proclamó el evangelio del reino (Mt 4, 23). Las connotaciones milenarias son más enfáticas en Lucas, el cual añade a las cuatro bienaventuranzas cuatro “lamentaciones” que describen el destino de aquellos que están sordos ante las exigencias del reino (Lc 6, 24-26).

Las cuatro primeras bienaventuranzas del Evangelio según Mateo expresan reveses de la fortuna que traerá el reino a los “pobres de espíritu”, “aquellos que se lamentan”, “el sumiso” y “aquellos que pasan hambre y sed de justicia”. Las restantes continúan con el tema de las recompensas en el reino que está a punto de consumarse, aunque ambos evangelios expresan la convicción de que esta consumación está al alcance de la mano. Los discursos alcanzas su clímax con una llamada a la gente para actuar según las palabras de Jesús a la luz del futuro Juicio. Esta cuestión está expresada en la parábola de las casas construidas en la roca y en la arena (Mt 7, 24-27; Lc 6, 47-49), la cual se basa en la idea del pueblo de Israel de “los dos caminos” de rectitud y negligencia (Dt 30, 15; Sal 1, 6; Prov 4, 10-19).

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