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martes, 7 de febrero de 2012

Templarios en las tierras del Ebro


Desde la encomienda de Barcelona retomamos el apartado destinado a conocer los lugares del Reino de Aragón, donde habitaron los templarios.

Para ello hemos seleccionado un nuevo texto de nuestro buen amigo, el investigador, periodista y escritor D. Jesús Ávila Granados de su libro “Templarios en las tierras del Ebro”, donde nos habla de los magníficos rincones a la ribera del río Ebro donde escribió su historia el Temple.

Desde Temple Barcelona deseamos que su lectura os atrape.

Fotografía de la Plana en Tivenys.

Tivenys (Baix Ebre, Tarragona)

A pesar de la antigüedad del municipio, según los restos arqueológicos localizados, que se remontan al periodo neolítico, la historia documentada de Tivenys se inicia durante la Edad Media, concretamente a mediados del siglo XII, cuando, después de la conquista de la próspera ciudad de Tortosa, este fértil territorio se entregó a la Orden del Temple, los caballeros de la cual no tardaron en construir una casa convento, una iglesia, un huerto, una sagrera, un hospital y, finalmente, una torre de vigía, desde unas almenas de las cuales se llegaba a establecer comunicación visual con la fortaleza de Miravet, de la Alcaldía de la cual dependía la encomienda de Tivenys.

Los templarios supieron mantener muy bien la fertilidad agraria de este municipio. También fue importante la actividad de la comunidad judía; su presencia a Tivenys la recoge la Carta de Población que el conde Ramón Berenguer IV concedió a la judería de Tortosa, en la cual se hacía especial referencia a un huerto nombrado Abenxeri, situado en Tivenys. El año 1163, Adelaida, viuda de Guillem Trull, vendió al abad de Valladaura unas tierras que poseía en el lugar conocido actualmente como partida d’Andust. El colectivo andalusí era igualmente muy numeroso, como lo confirma la lectura de documentos de los años 1158 y 1184, cuando trabajaban huertos de las proximidades del azud; éstos, los hispanomusulmanes, fueron los verdaderos jardineros del campo, porque conocían mejor que nadie los secretos de la agricultura y el mejor provecho de los recursos hídricos. Ambos colectivos –andalusíes y judíos- contaron con el apoyo de los templarios; los primeros, ocupados en las tareas agrarias; mientras que los segundos, en actividades artesanales e impulsando, además, la ganadería intensiva, la alfarería y los telares; actividad, esta última, desarrollada por familias cátaras que, desde su tierra de origen (el Langedoc), llegaron hasta aquí para salvar sus vidas.

El Temple también abrió un puente de paso entre las riberas del Ebro, a través de una plataforma flotante, con la cual se incentivó el comercio de los productos agrarios que se recogían en los huertos, a la vez que llegaban a la población los bienes necesarios para el normal desarrollo de la villa.

Los templarios fueron, por tanto, los caballeros más idóneos en la reactivación económica, cultural y política de Tivenys durante el periodo en que permanecieron en esta villa (1148-1314); auténticos garantes de una época de esplendor, sin precedentes hasta entonces en esta población. Al comienzo del siglo XVII, a causa de las guerras, pestes y otras terribles calamidades y al abandono de la agricultura, producida por la expulsión de los moriscos, Tivenys registraba un censo de tan sólo 164 habitantes.

El municipio Tivenys conserva un patrimonio monumental de gran importancia. La actual iglesia dedicada a san Miguel Arcángel, se levantó en el decurso del siglo XVII sobre la anterior parroquia templaria; el antiguo templo de san Isidro, conocido popularmente como la Caserna; la Torre de Tivenys, torreón de vigía del Temple; el destruido castillo de Som, llamado la Torreta (la Torrecilla), que protegía el anexo recinto templario; la ermita de la Madre de Dios del Carmen, y su aljibe construido por templarios…

En la visita a Tivenys hay, además, dos lugares obligados. Uno es el azud, construcción hidráulica andalusí que regula el caudal del Ebro, de 375 metros de longitud por 7 metros de altura, que, aunque documentado en el año 1400, a buen seguro que tiene un origen anterior; el azud está ubicado en un entorno natural que incorpora un área de ocio y recreo, así como una playa fluvial, que resulta ideal para la práctica de la pesca y de todo tipo de deportes acuáticos. Y el antiguo poblado (s. VI a. C.), uno de los mejores conservados de la comarca.

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