© 2009-2019 La página templaria que habla de cultura, historia y religión - Especial 'Proceso de los templarios'

viernes, 4 de febrero de 2011

Padre Gabriele Amorth: una vida consagrada a la lucha contra Satanás.


Desde la encomienda de Barcelona retomamos el apartado dedicado a las experiencias del padre Gabriele Amorth en su intensa labor de exorcización. Para ello hemos seleccionado de su libro “Memorias de un exorcista: Mi lucha contra Satanás.

Desde Temple Barcelona deseamos que su lectura, aunque sobrecogedora, nos enseñe la repercusión que puede tener el Maligno en nuestro entorno.

Antes el demonio no me preocupaba demasiado

Don Gabriele, volvamos a su experiencia personal. Antes de que el cardenal Poletti le encargara esta labor, ¿qué pensaba usted del demonio?

A decir verdad no me preocupaba demasiado. Sí, sabía que existía y creía en el Evangelio. Soy de Módena, pero nunca había oído hablar de la existencia de exorcistas. En aquella época la mayoría de los curas no hablaba de estos temas; me refiero al demonio, las posesiones, los exorcismos…

Fui ordenado sacerdote en 1954, año mariano y centenario del dogma de la Inmaculada Concepción. Han pasado más de cincuenta años, pero ahora, al igual que entonces, sigue siendo muy importante qué les enseñan sobre la realidad del diablo y el ministerio del exorcismo a los futuros curas. Especialmente hoy, cuando muchos jóvenes no van a la iglesia y se dedican a hacer espiritismo, a consultar a brujos, cartománticos y demás. Creo que es muy importante darles información para que se alejen de estos peligros. Y deberían informarlos sacerdotes bien preparados. El problema es que gran parte del clero sabe muy poco de estos temas.

Cuando me encontré ante un caso evidente de posesión diabólica, comprendí que la realidad de la acción satánica y de la oración de exorcismo no pertenecen al pasado, que no las podemos situar únicamente en el pasado o en la época de Jesús, sino que hay que situarlas en nuestro presente. Hoy Satanás actúa más que nunca e intenta conducir al mayor número posible de almas a la muerte eterna.

Desde los inicios de mi ministerio comprendí que existen dos categorías opuestas de personas poseídas: quienes lo están a causa de sus errores y quienes lo están a causa de su amor a Dios. Y puedo confirmar lo que digo basándome en las Escrituras y la Tradición.

Recuerdo un caso que me impresionó mucho. Un excelente seminarista abandonó el seminario tras dos años de estudios y perdió la vocación porque no lo exorcicé. Es un tema delicado y doloroso, o sea que no voy a entrar en detalles. Sólo le diré que, para mí, fue un golpe enorme y revelador; entonces comprendí que debía hacer todo cuanto estuviera en mi mano para combatir la acción del demonio, sobre todo cuando éste atacaba a los miembros del clero. En los diez años siguientes, gracias a los exorcismos, salvé las vocaciones de muchos seminaristas, curas, religiosos y religiosas.

Las fuerzas del enemigo: las sectas satánicas

Don Gabriele, usted empezó esta batalla hace más de veinte años. En todo este tiempo, ¿las fuerzas del enemigo han aumentado o han disminuido?

Mire usted, las fuerzas del enemigo siempre han sido idénticas, porque el demonio siempre tiene la misma fuerza. Lo que ha aumentado mucho es otro factor: que le han abierto las puertas. Antes el ocultismo no se practicaba tanto como ahora. Yo por ocultismo entiendo magia, sesiones de espiritismo, sectas satánicas y todo eso… Cuando la gente iba a la iglesia y rezaba, cuando las familias estaban unidas, la situación era distinta. Pero, en la sociedad actual, los jóvenes se van a vivir juntos, prescindiendo incluso de bodas civiles, los gays piden que se les reconozca el derecho a casarse y adoptar niños… Ocurren cosas absurdas que habrían sido impensables cuando yo era pequeño.

Todo esto –magia, ocultismo, espiritismo- contribuye a abrir las puertas. Y una vez abiertas el demonio tiene vía libre. No es que sea más fuerte, es que puede utilizar libremente su fuerza. Piense en todos los casos que tenemos de personas consagradas a Satanás. Son muchísimos. Cada vez quemo más notas con estas frases: Satanás, tú eres mi dios, quiero a Satanás, quiero estar siempre contigo, te honro, te adoro… y luego dame, dame, dame. Dame riquezas, dame placeres, dame éxitos. El demonio se los da y pide a cambio el alma. No se trata de posesión; en estos casos el diablo ya posee el alma, porque estas personas han decidido entregársela. Conviene recordar que el demonio, por sí mismo, no llega hasta el alma. Sólo la obtiene si el hombre se la da y consiente en que se adueñe de ella.

Estas notas de las que hablaba me las traían personas que se habían consagrado a Satanás y que luego se habían asustado, porque es muy difícil salir de las sectas. Según varios testimonios, en América quienes abandonan una secta pueden acabar asesinados. Por eso los miembros tienen tanto miedo.

¿Y en Italia?

En Italia no conozco casos mortales. Pero, por lo que se ha podido saber, las personas que abandonan una secta son perseguidas y viven con miedo. Viven con mucha prudencia y temen a sus excompañeros de secta. Aquí, en Italia, las sectas son muy numerosas; se dice que hay más de ochocientas, quizá más, y suelen tener pocos miembros: quince, veinte personas como máximo, a veces unas diez personas. Por tanto, quien las abandona teme a un número limitado de personas y la situación es bastante fácil de controlar.

De todas formas, no todas las sectas son iguales. Algunas son puro folclore, o auténticas payasadas. En cambio, otras son serias y terribles y celebran misas satánicas.

Culto a Satanás

Una pareja con cinto hijos, dos varones y tres chicas. En varias ocasiones han rendido culto a Satanás, instigados por el novio de una de las hijas, miembro de una secta llamada Gato Negro. Este joven, aprovechando la ingenuidad de la familia, mandó construir en la casa una pequeña capilla dedicada a Satanás, y logró realizar una especie de consagración: todos se habían hecho unos cortes en los dedos a modo de bautizo de sangre. Además, el chico había llevado a cabo prácticas impúdicas; por ejemplo, les había hecho beber a todos su orina mezclada con semen.

En poco tiempo, la casa se convirtió en un infierno: gritos y peleas continuos, muebles chocando contra las paredes, objetos que se rompían o desaparecían sin motivo. Además, toda la familia era víctima de la violencia y padecía ahogos. También había grifos cerrados de los que seguía brotando agua, etcétera.

Cuando me llamaron, aquello era para echarse las manos a la cabeza. Comencé a exorcizar a los miembros de la familia, uno por uno. Durante el exorcismo, los que permanecían en la habitación contigua imprecaban y se debatían, con el fin de obstaculizar mi labor. También exorcicé la casa y, además de las oraciones y sacramentos, utilicé óleo y agua benditos en abundancia.

Destruimos todos los objetos que empleaban para el culto al demonio. Se retractaron del pacto con Satanás, renovaron los votos del bautismo y se consagraron al Sagrado Corazón de Jesús. Les pedía a todos que, además de ir a misa los días festivos, asistieran al menos a otra misa semanal en días laborables. Oficié una misa en la casa; todos se confesaron y tomaron la comunión.

Para contrarrestar el efecto de la capilla dedicada a Satanás, construyeron en el patio, en un lugar destacado, una hornacina para la Virgen, y en la entrada colocaron una imagen de Jesús Misericordioso, el de sor Faustina Kowalska.

Aquel infierno fue desapareciendo paulatinamente, pero aún sigo exorcizando a los miembros de la familia. Soy optimista, porque ya he conseguido buenos resultados, y porqué veo que todos ellos son sinceros en su empeño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario