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viernes, 18 de mayo de 2012

Conociendo a Jesucristo: ¿Cómo se veía Jesús a sí mismo?




Desde la encomienda de Barcelona proseguimos con el apartado destinado a conocer mejor la vida y obra de Nuestro Señor Jesucristo. Para ello hemos vuelto a seleccionar un nuevo texto, donde gracias a su autor, el teólogo J.R. Porter, nos explica en su obra “Jesus Christ” cómo se veía Jesús a sí mismo. Ayudándonos en gran medida a comprender mejor la doctrina y naturaleza del Salvador.

Desde Temple Barcelona os recomendamos encarecidamente su lectura.

Recreación de Jesús sanando a un ciego.

El sanador de cuerpo y Alma

Los actos de sanación y exorcismo de Jesús formaron la mayor parte de su actividad y produjeron gran impresión entre los que le rodeaban. En un primer momento, las sanaciones de Jesús fueron una respuesta al sufrimiento individual –los evangelios le describen movido por la compasión en presencia de personas con problemas-. Este hecho refleja su especial preocupación por las cuestiones sociales, ya que aquellos con enfermedades, como la lepra, con frecuencia eran denostados por sus conciudadanos.

La diferente estructura de cada historia de sanación de los evangelios representa la forma en que este tipo de relatos se conservaron y se transmitieron en la Iglesia primitiva. Hasta cierto punto, podrían estar influidos por la manera convencional en que se describieron las sanaciones milagrosas de otros sanadores de la época, tanto judíos como paganos. Ciertamente, Jesús podría haberse visto a sí mismo en algunos aspectos como uno más entre los muchos sanadores y exorcistas carismáticos de la Palestina, y los evangelios indican que algunos de sus oponentes le veían de esta manera. Se ha escritos que él mismo reconoció el poder de otros hacedores de milagros (Mat 12, 27; Mc 9, 38-39; Lc 9, 49-50, 11, 19).

Sin embargo, Jesús también era significativamente diferente de los demás curanderos, porque sus sanaciones tenían un gran propósito subyacente. Cuando los discípulos de Juan el Bautista preguntaron a Jesús si era el que “había de venir” –el Mesías-, Jesús contestó refiriéndose a sus sanaciones milagrosas con palabras extraídas de las profecías mesiánicas de las Escrituras hebreas: “Id y haced saber a Juan las cosas que oís y veis: los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos son limpiados y los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres es anunciado el evangelio” (Mt 11, 2-6 y Lc 7, 18-23, cita de Is 26, 19, 35, 5-6; 61, 1). Así pues, gran parte de lo que hizo Jesús servía para probar que él era, en efecto, el Mesías, y para diferenciarle del Bautista, el cual no realizaba milagros (Jn 10, 41).

Jesús veía sus sanaciones –especialmente los exorcismos- bajo un punto de vista escatológico. Es decir, éstas indicaban que la era presente estaba cerca de su fin y que estaba emergiendo una nueva era al tiempo que el reino de Dios se realizaba (Mt 10, 7-8; 12, 28; Lc 10, 9; 11, 20). Las sanaciones y exorcismos eran sólo destacables curaciones de trastornos físicos, sino el medio con el que hombres y mujeres individuales recibían el reino, llevado a ellos en la persona de Jesús, con la consecuencia de que la totalidad de sus existencia quedaba en él como manifestación de Dios y la aceptación, a través de él, de la misericordia divina eran las condiciones requeridas a una persona que deseara ser sanada.

Cabe remarcar que todos los numerosos curanderos conocidos de la época ninguno acredita tantos milagros como Jesús. Mateo, Marcos y Lucas recogen un total de unos trece casos de sanación y seis casos de exorcismo, que cubren un abanico considerable de trastornos físicos y mentales resumidos –con considerables conocimientos médicos- por Mateo (Mt 4, 24). Quizás deberían añadirse a la lista las narraciones que describen la devolución de la vida en una persona muerta (Mc 5, 35-43 y paralelos; Lc 7, 11; Jn 11, 1-44). Existen también tres relatos de sanaciones en el Cuarto Evangelio, aunque Juan no recoge actos de exorcismo.

Comparados con las historias de otros sanadores, los relatos de los evangelios sobre las sanaciones de Jesús se caracterizan por la sobriedad y la moderación. Los evangelistas cuentan que Jesús pedía a aquellos a los que curaba que mantuvieran su sanación en secreto (Mt 9, 30; 12, 15-21; Mc 1, 41; 5, 43; 7, 36; Lc 8, 56), lo que indica quizás que Jesús, al contrario que otros curanderos, no deseaba conseguir crédito personal a través de sus milagros.

Sanación, perdón y fe

Cuando Jesús dijo, en el relato de la curación del paralítico, “Tus pecados te son perdonados” (Mc 2, 5 y paralelos), simplemente quería decir “Estás curado”. En los relatos de los evangelios, esto es considerado por los maestros religiosos judíos como una afirmación extraordinaria y blasfema por su parte, ya que sólo Dios puede perdonar los pecados. Pero Jesús no quería necesariamente presumir de una naturaleza divina. La idea de que el perdón de los pecados constituía una premisa para la curación era habitual en el judaísmo. Por ejemplo, un texto de Qumrán conocido como La oración de Nabonido relata cómo un exorcista judío sanó a un monarca babilonio perdonándole sus pecados.

Todavía más notable es el hecho de que en ocasiones se dice que la fe es necesaria para que tenga lugar la curación. O bien el propio doliente debe tener fe o bien deben tenerla aquellos que se preocupan por él, como el centurión de Cafarnaún (Mt 8, 13; Lc 7, 9-10) y los amigos del paralítico. Por una parte, fe significa confianza en la habilidad de Jesús como sanador, pero por otra parte probablemente comporta el reconocimiento del estatus especial y el carácter de Jesús. Así, el centurión confió en la suprema autoridad de Jesús, lo que contrasta con la general ausencia de fe en Jesús entre sus compañeros judíos. Por la misma razón, la falta de fe impide la curación. Se dice que Jesús fue incapaz de realizar más de una sanación en su propia ciudad de Nazaret debido a la falta de fe de la población (Mt 13, 58; Mc 6, 5-6). Esta afirmación puede muy bien ser verdad, ya que es improbable que los cristianos inventaran una tradición que mostrara un Jesús de poder limitado.


jueves, 17 de mayo de 2012

Supuestas vinculaciones sobre el Graal



Desde la encomienda de Barcelona volvemos a recobrar el apartado destinado a viajar por aquellas regiones de España donde estuvo asentada la Orden del Temple.

Gracias al tristemente desaparecido investigador y novelista Xavier Musquera, que en su libro “La Aventura de los Templarios en España”, nos hace atractiva su lectura con tintes tanto históricos como también legendarios que una vez chocan entre sí hasta despertar un interés desbordante hacia lo real y lo fantástico; a lo imaginado y, a lo que todavía, nos queda por investigar.

Desde Temple Barcelona os ofrecemos la oportunidad de que viajéis por tierras hispánicas.

Los caballeros de la mesa redonda, según la tradición Artúrica.

El tema del Graal es de tal complejidad que el investigador se ve obligado forzosamente a zambullirse en el mundo de los arquetipos y de la simbología.

El mito del Graal ha llegado hasta nosotros gracias a las obras escritas en los siglos XII y XIII. Cuatro de ellas son básicas y forman el ciclo artúrico y graálico: Le conte du Graal, de Chrétien de Troyes, en 1179; L’histoire du Graal, de Robert de Boron, en 1190, el Perlesvaux, hacia 1200 y El Perceval, de Wolfram von Eschenbach, en 1210. esta última es quizás la más conocida.

En la versión francesa, el caballero que parte a la búsqueda del Graal es Perceval, mientras que en la inglesa es Galahad, hijo sin mácula de Lancelot. En ambas versiones quien halla el Santo Grial es conducido al cielo.

El músico alemán Richard Wagner transformó El Perceval, de von Eschenbach, en el Parsifal de su drama musical mundialmente conocido. La aparición de este ideal caballeresco coincide con el auge del catarismo, la herejía albigense y el esplendor de la Orden del Temple. No olvidemos que el autor trovador llama a los custodios del Graal, Templeisen, es decir, templarios.

La obra de Robert de Boron es un claro ejemplo de la adaptación actualizada de antiguas leyendas. La lanza de las iniciaciones paganas pasa a ser la de Longinos, legionario romano que atravesó el costado de Jesús en la cruz. Al mismo tiempo, el cáliz, o vaso sagrado pasa a ser la escudilla en la que Jesús celebró la Pascua y en la que, por añadidura, José de Arimatea recogió la sangre divina. Boron deja a un lado las tradiciones celtas y acomoda episodios estrictamente cristianos, influenciado por el Císter.

Arquetipos, mitos, conceptos e ideas, cuando se ritualizan, precisan de un soporte material para “hacerse” visibles. Así nace la simbología, para transmitir conocimientos y saberes que superan a la vez el ámbito de lo puramente analítico, distintivo y racional.

Contenido esotérico

Todas estas obran son de suma importancia en la literatura caballeresca medieval y encierran un contenido esotérico innegable. Las tribulaciones y las pruebas que deben superar los caballeros contienen de manera velada el proceso de su iniciación. Sus aventuras no pertenecen a un contingente histórico y se desarrollan en lugares geográficamente imposibles de determinar. Estas leyendas caballerescas son relatos de la búsqueda de la Verdad por parte del ser humano. Aquel que emprende esa búsqueda pertenece a la caballería terrenal y, una vez alcanzado su objetivo, pasa a pertenecer a la caballería celestial.

El mito del Graal es uno de los más importantes, por no decir el más trascendente, pues incide directamente en el universo espiritual.

Según la saga Artúrica, el rey no murió. Vive todavía en su castillo de Avalon y cierto día volverá a manifestarse. La figura del rey es una de las diversas representaciones del “rey polar” o “rey del mundo” y conlleva la idea de “centro”. El simbolismo de la tabla redonda es “solar” y “polar”. Simbolizan la redondez del mundo, el curso de los planetas y es el reflejo del orden cósmico, imagen del cielo que es representado en la tradición védica por el Dharma, es decir, la rueda.

El palacio del rey se halla construido en el “centro del mundo”, al igual que la tradición nórdica tiene su Mitgard. Según algunos textos, gira sobre un punto central como la “Isla de Cristal” celta.

Los caballeros del rey Arturo, que son reclutados en todas las patrias, tienen una consigna común: “Quien sea jefe que sea puente”. Según la antigua etimología. Pontifex significa el hacedor de puentes, es decir, aquel que establece el vínculo de unión entre las dos orillas, o sea, los dos mundos: terrenal y el celestial.

Los caballeros que se reúnen alrededor de dicha mesa o tabla representan los signos zodiacales. Por tratarse de un lugar sagrado, dichos caballeros tendrán que anular su individualismo y todas aquellas propiedades específicamente humanas con las que se ensalza el ego personal.

En el castillo del Graal, la gran chimenea central del edificio simboliza la unión entre el Cielo y la Tierra como función simbólica y, en consecuencia, luminosa. Dicha chimenea se halla en el centro de una estancia cuadrada. Cabe recordar que tradicionalmente el cuadrado representa la condición humana, lo material, lo manifestado, en definitiva, la Tierra. Mientras que el círculo representado por la mesa corresponde a lo numinoso, a los estados suprahumanos, a lo trascendente, es decir, al Cielo.

Si trazamos un círculo inscrito dentro de un cuadrado, obtendremos la figura conocida como la cuadratura del círculo. Resumiendo: el palacio o castillo del Graal corresponde a una ciudadela celeste.

El Graal posee elementos de Oriente y Occidente y es común a todas las tradiciones. A pesar de que su origen continúa siendo desconocido, dicho mito lo hallaremos en la tradición de los celtas, como el caldero de Keridwen. En la tradición iraní es llamado Haoma y en la persa Djenschyd. También en el budismo se nos cita la escudilla de limosnas, única propiedad de Siddharta Gautama, de la dinastía de los Sakyas, más conocido como Buda.

En la epopeya épica del Mahabarata se cita el cáliz de los Nagas. En la tradición islámica encontraos la piedra Kaaba y en el budismo tibetano, en su vertiente esotérica, Vajrayana, se cita la piedra de Chintamani, traída a lomos de un caballo llamado Lung-tha. En dicha tradición se cuenta que Chintamani ha sido fragmentada y enviada a distintos lugares del planeta y que permanece en contacto con el centro supremo de la legendaria Shambhala, donde residen los Boddisatwas (santos) y los Mahatmas (grandes almas), lo que nos recuerda al Avallum o Avalon del ciclo Artúrico.

En la tradición hindú, el Graal corresponde al vaso sacrificial que contiene el Soma o bebida sagrada del antiguo ritual védico. Este recipiente contiene la sangre del dios viviente, de Agni, personificación del fuego sagrado, al igual que el Graal cristianizado contiene la sangre de Jesús inmolado. También hallamos su equivalente en el Taoísmo con su vaso llamado kuanyin, que simboliza a la virgen celestial que encarna la sabiduría, la belleza y la pureza. Esa fuerza universal que llena dicho cáliz es el Verbo Divino, el Logos, la Divina Luz que, según la Kabbalah, se conoce con el nombre de Shekinah y que en la Alquimia toma el nombre de Fohat, es decir, el fuego necesario para que el plomo se convierta simbólicamente en oro, o lo que es lo mismo, el hombre viejo que se convierte en un hombre nuevo, un iniciado. La materia bruta se transmuta en materia nueva.

Dicho recipiente también simboliza la Sophia de los gnósticos y representa a su vez la piedra caída del cielo o bien la esmeralda que según la leyenda cayó de la frente de Lucifer, que muchos interpretan como entidad negativa y maléfica, cuando en realidad, y según el gnosticismo, se trataría del portador de luz, portador del conocimiento, o sea, el iniciador.

Si tomamos el concepto Graálico como universal, su símbolo pertenecerá a la “Tradición Primordial”, que los primeros cristianos denominaron “Revelación Primitiva” y que posteriormente los escolásticos medievales llamaron Phiolosophia Perennis, es decir, fuente común de toda enseñanza trascendente que se ha sucedido en un tiempo determinado y en un lugar concreto.

El soporte físico ha estado representado indistintamente por la piedra, el vaso, el cáliz y otros objetos simbólicos. Tal vez éste haya sido el motivo por el cual existan diferentes enfoques y estudios sobre dicho tema. Desde el académico erudito, pero falto de espíritu, y el romántico con divagaciones místicas, hasta el pseudo-esoterista que dogmatiza, pasando por aquellos que están influenciados por esa nueva moda llamada new age.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Benetton se retracta de la manipulada utilización del Santo Padre



Desde la encomienda de Barcelona queremos compartir con todos vosotros la curiosa noticia que recibimos del Servicio de Información Vaticana (VIS) ayer martes sobre la utilización indebida de la imagen del papa Benedicto XVI que la marca textil Benetton utilizó en una desafortunada campaña de marketing donde se podía ver como el Papa besaba en la boca al imán de la mezquita Al Azhar de El Cairo, Ahmed Mohamed al Tayeb.

Desde Temple Barcelona queremos manifestar que no todo vale a la hora de intentar despertar la atención del público, porque quizá lo que se consiga sea la repulsa y antipatía de un sector mayoritario de la sociedad occidental.

Imagen donde pueden verse distintos “fotomontajes” de personas públicas besándose.

Ciudad del Vaticano, 15 mayo 2012 (VIS).-Esta mañana se ha hecho pública una nota del director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, P. Federico Lombardi, S.I., sobre la conclusión de la contienda legal entre la Santa Sede y el grupo Benetton a causa del uso indebido de la imagen del Papa Benedicto XVI en la campaña publicitaria “Unhate”.

“El pasado viernes -se lee en el comunicado del P. Lombardi- el Grupo Benetton ha publicado una nota en la que (…) reafirma que 'siente haber herido la sensibilidad de Su Santidad Benedicto XVI y de los creyentes'; asegura que 'garantiza y mantiene que todas las imágenes fotográficas de la persona del Santo Padre han sido retiradas del propio circuito comercial; y se compromete a no utilizar en el futuro la imagen del Santo Padre sin la autorización previa de la Santa Sede'. Concluye diciendo que 'el Grupo Benetton desplegará sus buenos oficios para que cese la ulterior utilización de la imagen por parte de terceros, en sitios internet o en otras sedes'”.

“El comunicado del Grupo Benetton -subraya el P. Lombardi- (…) representa la conclusión, con base en un acuerdo transactivo, de la confrontación entre los abogados de la Santa Sede (…) y los del Grupo Benetton, confrontación que se ha producido como había sido anunciado y ha estado abierta hasta ahora. El Grupo Benetton reconoce por tanto (…) que la imagen del Papa ha de ser respetada”. (…)

La Santa Sede no ha querido pedir compensaciones de tipo económico; sin embargo, ha querido obtener la compensación moral del reconocimiento del abuso cometido, así como afirmar su voluntad de defender también con medios legales la imagen del Papa. En lugar de una compensación económica, se ha pedido y obtenido del Grupo Benetton que realice un acto de generosidad, limitado pero efectivo, en favor de una actividad caritativa de la Iglesia”.

“Se cierra así, también desde el punto de vista legal, un episodio muy desagradable que no debería haber sucedido, pero del que se espera obtener una lección de debido respeto por la imagen del Papa -como por la de cualquier otra persona- y por la sensibilidad de los fieles”.

martes, 15 de mayo de 2012

Templarios en las tierras del Ebro


  
Desde la encomienda de Barcelona recobramos el apartado dedicado a descubrir los lugares del Reino de Aragón, donde habitó la Orden del Temple.

Para ello hemos recogido un nuevo texto de nuestro amigo, el investigador, periodista y escritor D. Jesús Ávila Granados de su libro “Templarios en las tierras del Ebro”, donde con su cercana escritura, nos traslada en el tiempo por las villas de la ribera del río Ebro donde instalados los templarios, dominaron aquellas fértiles tierras.

Desde Temple Barcelona, estamos convencidos de que disfrutaréis de su pausada lectura.

Fotografía de una estrella discoidal en el término de Godall

Godall, Montsià (Tarragona)

Godall, a medio camino entre las villas de la Galera y Ulldecona, a través de la TV-3313, en el centro de la comarca del Montsià, es un pueblo tranquilo, con casas emblanquecidas que se agrupan sobre la vertiente occidental de la mola de Godall (398 m), en las proximidades del barranco de la Caldera, la sima de la cual  fue recubierta por una vuelta de 400 metros. Godall transmite una imagen bucólica desde la lejanía, con un denso pinar que envuelve al pueblo. Durante el dominio andalusí, Godall era conocido como Codair. Lamentablemente, de su alcazaba no ha quedado ningún vestigio, pero a aquella época pertenecen los colores añil que decoran parte de las fachadas y el intradós de las ventanas de muchas casas.

La primera referencia histórica de la población se remonta al año 1097, cuando el conde Ramón Berenguer III firmaba una donación al monasterio de Sant Cugat del Vallès de esta plaza –y de otras aldeas, molinos y masías de la zona- una vez se produjo la conquista de la ciudad de Tortosa (1148). No obstante eso, no fue así; en diciembre de 1153, Godall, con su término, fue librada a Guillem de Copons, una vez nombrado alcaide de Tortosa.

La incorporación de Godall a la órbita del Temple no se llevó a cabo hasta el año 1241, en virtud de la Sentencia de Flix, y a partir de entonces dejó de pertenecer a los señores y a la nobleza. Bajo el amparo de los templarios, Godall conoció momentos de gran prosperidad y consiguió un notable desarrollo, al dar salida a los productos que sus habitantes elaboraban, a través de la Via Augusta, y también por el puerto fluvial de Tortosa.

El año 1297, con la venta de los derechos por parte de la Orden del Temple, los vecinos de Godall continuaron dependiendo de la ciudad de Tortosa, pero ahora del veguero, y muchos de los derechos y libertades de que disfrutaron antes comenzaron a eliminarse. La paciencia de los habitantes de Godall llegó a su límite, como lo confirma el hecho de que, en 1303, se produjo el éxodo de familias hacia la vecina población de la Galera. Pero la situación no había cambiado mucho a finales del siglo XVI; sabemos que en tiempos del monarca Felipe II, en el año 1594, los habitantes de Godall llevaron a término una multitudinaria protesta a causa de los elevados impuestos que estaban obligados a pagar a la ciudad de Tortosa; pero la Audiencia de Cataluña se pronunció en contra de los manifestantes.

Dentro de la población y también en sus alrededores, son numerosos los lugares que el visitante debería admirar y recorrer, como la Vila Llarga, la plaza Pozo Bueno, la iglesia de San Salvador, la plaza Mayor, el Pozo de San Roque, la calle Norte, la fuente de Capdàsens, la fuente de l’Arborç, etc…; y también se tiene que perder uno entre los bosques del Área de Medio Ambiente, respirando los aromas de las plantas silvestres que impregnan la atmósfera del municipio de Godall.

En esta población se han conservado algunos testimonios relacionados con el Temple. El recuerdo de los caballeros continua vivo en el escudo de Godall, y también en su bandera, donde una cruz paté de color blanco domina la escena. El singular emplazamiento del pueblo, sobre numerosas venas de agua potable, también evoca a los templarios; igualmente la veneración a san Roque, el santo oriundo de Provenza, que protegía a la gente contra las terribles epidemias de la peste. Y en el cementerio antiguo –Fossar Vell-, en la entrada de la población, por la carretera que lleva a la Senia, son  numerosas las estrellas discoidales templarias y cátaras que coronan los muros superiores de este sagrado recinto; fueron trasladadas desde la iglesia parroquial a raíz del decreto de tiempos del monarca Carlos III (s. XVIII) que prohibía enterrar a los muertos dentro de los templos.

lunes, 14 de mayo de 2012

Evangelio dominical: “Ámense los unos a los otros, como yo los he amado”



Desde la encomienda de Barcelona seguimos reivindicando la importancia que tiene la reflexión del evangelio. Por ello creemos fielmente que es bueno compartir con todos vosotros el contenido del evangelio de ayer domingo 13 de mayo.

Desde Temple Barcelona deseamos que su contenido nos sea provechoso para entender el mensaje de Nuestro Señor Jesucristo.

Recreación de la escena del lavapiés del Señor a sus discípulos.

“Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. 
Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. 
Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto. 
Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado. 
No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. 
Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. 
Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre. 
No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá. 
Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.” (Jn 15, 9-17)

Reflexión:

Si tuviésemos que hacer una valoración sobre estos versículos recogidos en el Cuarto Evangelio, cabrían destacar las siguientes palabras: Amar, dando de corazón todo nuestro afecto; Gozo, culminación satisfecha de la obra; Amistad, complicidad afectiva hacia otros; Servicio, propósito a obedecer; Destino, meta señalada. Así pues todos estos términos nos invitan a la humildad necesaria para obedecer con fe el propósito que Jesús nos encomienda para culminar la obra del Padre basada en el AMOR.

Plegaria:

¡Señor!, guíanos por senderos claros para que podamos servir de ejemplos hacia nuestros semejantes; para que así también ellos puedan ser partícipes de tu Palabra.