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jueves, 16 de junio de 2011

Los Pobres Caballeros de Cristo: simbolismo templario


Desde la encomienda de Barcelona seguimos con el apartado dedicado a las órdenes militares; y muy especialmente a la Orden del Temple.

Hemos seleccionado un nuevo texto del escritor y periodista D. Juan Ignacio Cuesta, de su libro “Breve historia de las Cruzadas”, donde nos habla del siempre llamativo simbolismo templario.

Desde Temple Barcelona, confiamos que su lectura os agradará.

Imagen de una cruz Tau

Las otras órdenes religioso-militares tuvieron algunos símbolos distintivos que fueron evolucionando a lo largo del tiempo. En el caso del Temple y durante su existencia fue especialmente rico y variado y tras su disolución siguió creciendo por parte de los entusiastas que se consideraron sus herederos.

Como ya sabemos, el lema de la orden fue: Non nobis, Domine, non nobis sed nomini tuo da gloriam. La entrega en cuerpo y alma a un Dios omnipresente, el Gran Creador de todo, el verdadero Gran Arquitecto del Mundo. Pero es a su vez una fórmula mágicoverbal con gran poder para permitir a quien la utilice bien comprender su ubicación dentro del engranaje universal.

Ya conocemos dos, el Beauceant, y el sello más famoso de todos cuantos tuvieron, el que representa a dos caballeros sobre el mismo caballo. Se adoptó siendo gran maestre Gilberto Erail en el año 1200. La inscripción que figura en él reza: Sigilum Militum Xpristi (Sello de la Milicia de Cristo). Si embargo hay otros con distintas variantes. Este símbolo ha sido interpretado de muy diversas maneras. Algunos quieren ver la dualidad de Cristo, que es Dios y Hombre, y el caballo un vehículo de traspaso del mundo terrenal al celeste. Los amigos de la cábala nos hablan del 2+1=3 como el principio trinitario de Dios y el número perfecto de la luz. Caben todas las interpretaciones, incluso algunas pueden complementar a otras, pero un simple análisis nos conduce a otra pista: dos caballeros comparten el mismo caballo a la hora de guerrear con sus armas. O sea, pobreza, humildad, compañerismo y abnegación, que por otra parte se encuentran muy a menudo en el ideario que representa la regla de la orden.

Aunque la cruz que se ha hecho famosa es la típica paté de color rojo, existen otras utilizadas en distintos sitios. Algunos maestres, incluso encomiendas enteras, utilizaban una tau griega lo que, por cierto, ha dado lugar a que todas las crucifixiones representadas utilizando este tipo de cruces nos revelan el carácter de iniciados de sus realizadores. Encontramos varios casos como el llamado Cristo de los Alemanes en Puentelarreina (Camino de Santiago) o la tumba de alguien que, en principio, no parece tener que ver con ellos, aunque estuvo muy cercano, el obispo guerrero y constructor don Bernardo de Agen. Ésta se encuentra en el interior de la catedral de Sigüenza. También podemos ver una gran tau significando y protegiendo la entrada al castillo de Ponferrada. También tenemos la cruz de las ocho beatitudes, un desarrollo de la paté para dotarla de ocho puntas. Simboliza las bienaventuranzas a las que hizo referencia Jesucristo en el Sermón de la Montaña.

Los escudos ajedrezados, pintados en losanges (rombos) alternativos en blanco y negro son otra referencia a la dualidad gnóstica que forma parte de todo el cuerpo doctrinal. Podemos encontrar un buen ejemplo en un capitel existente en San Bartolomé de Ucero.

Un distintivo bastante frecuente en los recintos religiosos del Temple es la presencia de crismones, el anagrama de Cristo. Su origen está en el sueño que tuvo Constantino antes de la batalla de Magencio, cuando se le apareció este símbolo junto a la leyenda In hoc signo Vinces (con este signo vencerás). No obstante, la tipología de los mismos es tan extensa y variada que podemos encontrarlos de seis brazos, de ocho, cruzados, con alfas y omegas, con una S que representa una serpiente, símbolo de la sabiduría. Hoy día no sabemos si alguno de ellos era su preferido.

Posteriormente, en el proceso de disolución se les atribuyeron una serie de símbolos cuya naturaleza no está clara, ni nada tiene que ver con las acusaciones que se les realizaron. El famosísimo Baphomet, una especie de diablo andrógino, a decir de unos; cabeza parlante, a decir de otros; es representado de muchos modos, como por ejemplo la cabeza de un negro que tiene lo ojos cerrados. Este símbolo viene directamente del mundo celta. Es reminiscencia de los cultos de las “cabezas cortadas”, mediante los cuáles los guerreros creían conseguir el valor, la fuerza y la sabiduría de sus enemigos. Hay regiones enteras que habitaron estos pueblos y que aún conservan restos de los símbolos, por ejemplo la zona de las Batuecas, en España o en las cercanías de la actual Zaragoza (Bilbilis).

Se ha relacionado acertadamente la presencia en las construcciones románicas de las conocidas marcas de cantero con las cofradías de constructores. Sin embargo, esto, que parece obvio, nos pone tras la pista de un gran misterio: ¿para qué servían? Desde las teorías más ortodoxas, que nos hablan de una especie de firma para cobrar sus trabajos, hasta las más arriesgadas y esotéricas, que les atribuyen funciones sacralizadotas o activadoras de la energía de las piedras, hay muchas hipótesis perfectamente posibles. Sea como sea, todos los edificios relacionados con nuestra ya familiar orden tienen numerosas marcas características. No sólo conventos, encomiendas, ermitas o iglesias, sino también los mismos castillos. Se ha llegado a sospechar que fueron ellos quienes mandaron grabar este tipo de signos con algún fin que, desde luego hoy día desconocemos, se diga lo que se diga. Recordemos que la dificultad resulta enorme teniendo en cuenta que ignoramos totalmente cómo se llamaba la mayoría de los constructores medievales. Sólo hay algunas referencias, unas vagas y otras comprobadas, como un tal Bohar en San Bartolomé de Atienza o el Maestro Mateo en la catedral de Santiago de Compostela. El arte románico está despersonalizado. Algo lógico si entendemos que entonces todo giraba en torno a Dios y el hombre importaba poco. (continuará)

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