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viernes, 23 de septiembre de 2011

Las órdenes militares en el este de Europa: Iª parte


Desde la encomienda de Barcelona, queremos abordar qué repercusión tuvo la Orden del Temple en el este de Europa. Para ello hemos seleccionado un texto de la historiadora especializada en las órdenes militares de la Edad Media, Mrs. Helen Nicholson, de su libro “The Knights Templar”.

Desde Temple Barcelona, deseamos que su lectura os sea atractiva.

Aunque fuera también una región fronteriza, el papel de los templarios en el este de Europa fue algo distinto del que desempeñaron en la península. En el sudeste europeo, el reino católico de Hungría limitaba al sur con los serbios ortodoxos griegos y los búlgaros al este con los cumanos paganos. En el este Bohemia, aunque formaba parte del “Imperio”, no era alemana, sino checa, y a partir de 1198 tuvo sus propios reyes, deseosos de hacerse con más territorio en el este en la medida de lo posible. El reino católico de Polonia, cristiano desde el siglo X, se dividió en ducados a comienzos del siglo XIII, y los duques rivalizaban entre ello para obtener más poder, autoridad y territorios. El reino de Polonia, como una sola entidad, no volvió a instaurarse hasta 1295 y no tuvo de nuevo una monarquía estable hasta 1320.

Toda esa región estaba muy poco poblada y pobremente cultivada en comparación con el resto de Europa. A diferencia de Inglaterra, por ejemplo, donde los bosques primitivos habían sido despojados en 1000 a.C. incluso los “yermos” eran cuidadosamente administrados por la población local, en el este de Europa había grandes extensiones e bosques, montes y pantanos que nunca habían sido cultivadas por la mano del hombre. La revolución económica de los siglos XI y XII, con el consiguiente crecimiento de población, provocó una gran necesidad de tierras en el oeste y el centro de Europa, y muchos campesinos pobres especialmente de Alemania trataron de buscarlas en el este. La mayoría de los príncipes de Europa oriental veían con buenos ojos la llegada de esos colonos, pues una tierra cultivada es sinónimo de riqueza. A los colonos alemanes les fueron concedidos los mismos derechos de arriendo que tenían en su país de origen, en general más favorables que los que disfrutaba la población local.

Los príncipes de Europa oriental se dieron cuenta de que la mejor manera de poblar sus tierras deshabilitadas era poniéndolas en manos de las órdenes religiosas: tanto las monásticas tradicionales –por ejemplo, benedictinos y cistercienses-, como las de “nuevo estilo” –más radicales y acomodaticias- de los agustinos y las órdenes militares. Esas órdenes religiosas disponían del capital necesario para fundar aldeas y pueblos y podían atraer campesinos del oeste europeo deseosos de arrendar tierras en el este. Para incentivar su traslado a esos arrendatarios se les prometería grandes extensiones de tierra y unos términos contractuales muy atractivos. Cuando la tierra rindiera, el donante original podría exigir un pago anual en concepto de arriendo o una parte de la producción. Viniera o no especificado en la carta de donación algún tipo de contraprestación directa, lo cierto es que los donantes se beneficiarían del volumen de comercio en la región, pues éste a su vez generaría riqueza en sus tierras.

Por medio de la donación y la colonización, esos donantes esperaban establecer sus dominios y delimitar sus fronteras. Quien cedía tierras a una orden religiosa demostraba en efecto que en primer lugar debía ponerlas en manos de esa institución, la cual le estaría siempre agradecida y lo compensaría con el pago de una renta.

En resumen, la colonización suponía un aumento de prestigio, riquezas y territorio para el propietario de las tierras. Fue la razón principal de la llegada de órdenes religiosas a la región durante la Edad Media, aunque también hubo otra. Además, esas órdenes podían desempeñar un papel decisivo en la conversión de los no cristianos. Toda Europa de este formaba una franja fronteriza con paganos y cristianos ortodoxos griegos y rusos. Merecía la pena integrar la región en el seno de la Europa cristiana católica no sólo por su extensión, sino también por su importancia desde el punto de vista comercial: los grandes ríos del noreste de Europa son verdaderas vías de acceso al interior del territorio euroasiático.

La cuestión de la frontera pagana fue abordada de modo diverso en las distintas zonas del este de Europa. El intento colonizador emprendido por los caballeros teutónicos en el sudeste de Hungría se vio frustrado en la década de 1220 cuando los hermanos fueron considerados una amenaza para la hegemonía húngara en la región. Los cumanos paganos no representaban una amenaza tan grande como los alemanes, y fueron vistos como aliados a los que había que asimilar, más que como enemigos a los que había que combatir. En el noreste de Europa los príncipes ortodoxos rusos preferían imponer tributos, mientras que los cristianos católicos pretendían convertir y/o conquistar.

Las órdenes militares podían desempeñar un papel importante en las campañas misioneras. Podían colaborar con los misioneros (por lo general monjes cistercienses o frailes dominicos y franciscanos), y encargarse de su protección mientras viajaban para predicar por las tierras paganas. También se encargaban de proteger a los nuevos conversos de los ataques de los que seguían siendo paganos. Podían realizar incursiones en territorio pagano para hacer prisioneros y obtener algún que otro botín, “amansando” a la población en lo que cabría calificar de acto preliminar a la tarea pacífica de los misioneros. Los hombres de Iglesia creían que una demostración de la superioridad militar cristiana servía para persuadir a los paganos a convertirse con mayor prontitud. En 1200 el obispo Alberto de Riga, una nueva ciudad comercial situada en la desembocadura del río Duina en Livonia (la actual Letonia), fundó la Orden de los Caballeros de Cristo, o Hermanos de la Espada, para que lo ayudara en su labor de conversión de livonios, letones y estonios. Es evidente que esta orden tuvo un fuerte impacto entre la población pagana local, y consiguió establecer una sólida autoridad territorial antes de ser derrotada definitivamente en 1236 por los lituanos en la batalla de Saule. Al año siguiente se fusionó con la Orden Teutónica. Del mismo modo, en Prusia, el obispo Cristiano, encargado de convertir a la población de la región, fundó una orden militar local, la Orden del Cristo de Dobrin (la ciudad polaca sede de su cuartel general), que colaboró con los misioneros. Esta orden también se fusionaría con la de los teutónicos en la década de 1230. Tanto la de los Caballeros de Cristo como la de Dobrin fueron órdenes que siguieron unas reglas religiosas inspiradas en la Regla del Temple.

El papel de los templarios en la zona fue mucho menos significativo que el que desempeñaron los teutónicos e incluso los hospitalarios. Llegaron al noreste de Europa bastante tarde y no obtuvieron propiedades importantes hasta la década de 1220. Como esa época se corresponde con el inicio de una cruzada activa contra los prusianos paganos, podría afirmarse que los príncipes de la región comenzaron a favorecer a los templarios por su asociación con la guerra santa, aunque no se pidiera a la Orden del temple que combatiera a los prusianos. Las donaciones de tierras fronterizas fueron llevadas a cabo con la indicación de que se realizaban para contribuir a la guerra que mantenían los hermanos contra el infiel en Tierra Santa, pues los donantes creían que si favorecían a la orden religiosa más estrechamente relacionada con la guerra santa, Dios los ayudaría en su causa.

Sin embargo, hubo regiones del noreste europeo en las que los templarios fueron prácticamente uno desconocidos hasta bien entrada la década de 1220. De hecho, hasta finales del siglo XII, no se tuvo buen conocimiento de ellos ni en el centro ni en el este de Alemania. Pero a medida que los magnates alemanes fueron aumentando su participación en las cruzadas de Tierra Santa y pudieron observar a la orden en acción en los campos de batalla, fueron encontrando cada vez más de su gusto lo que veían. Los magnates de Turingia y Austria desempeñaron un papel notable en la tercera cruzada de 1189-1192, y el landgrave de Turingia participó en la cruzada germana de 1197-1198, mientras que el duque de Austria y el rey de Hungría destacaron en la quinta cruzada de 1217-1221. A partir de finales del siglo XII, los templarios comenzaron a recibir donaciones muy generosas en el Imperio germánico. Esos dones siguieron produciéndose durante todo el siglo XIII y hasta bien entrado el siglo XIV, cuando las donaciones a las órdenes religiosas en general ya habían dejado de ser un hecho habitual en el oeste de Europa. Así pues, cabría afirmar que las cruzadas fueron el factor decisivo de que los templarios siguieran recibiendo donaciones en los países de lengua germánica, gracias a una mayor participación en ellas de los príncipes alemanes. (continuará)

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