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jueves, 29 de septiembre de 2011

Las órdenes militares en el este de Europa: IIIª parte


Desde la encomienda de Barcelona, queremos concluir el siguiente apartado dedicado a las órdenes militares europeas con un tercer capítulo. Esta vez su autora, Mrs. Helen Nicholson, centra sus esfuerzos en desvelar las operaciones de orden Teutónica en la zona nororiental de la cristiandad europea.

Según nos cuenta la historiadora medievalista en su libro “The Knights Templar”, los caballeros teutones no se caracterizaron precisamente por la diplomacia, sino más bien por su ímpetu en controlar de manera extrema a los habitantes de las zonas conquistadas.

Desde Temple Barcelona, deseamos que este apartado os haya sido aclaratorio.

Los templarios no fueron la única orden militar que estuvo presente en la frontera nororiental europea. Los hospitalarios estuvieron en el este alemán y en Polonia desde mediados del siglo XII. Los caballeros teutónicos se establecieron en la región de Kulm (Chelmno), en la frontera polaco-prusiana, a partir de 1230, el mismo año en que el papa Gregorio IX aprobó la carta en virtud de la cual el duque Conrado de Masovia-Cujavia invitaba a la orden a combatir a los prusianos paganos a cambio de Kulm. Si bien esta orden fue invitada específicamente para colaborar en la defensa de parte de Polonia frente a la amenaza de los prusianos paganos, los hospitalarios, al igual que los templarios, recibieron donaciones de tierras para ayudarles así en su guerra contra los musulmanes de Oriente. Esas donaciones empezaron a ser cada vez menos frecuentes a partir de 1250, cuando, según parece, muchos señores de la región decidieron que las órdenes religiosas ya habían recibido lo suficiente. Los monasterios y la Orden del Temple y la del Hospital de San Juan tuvieron que renovar muchos acuerdos de cesión que habían pactado, y se vieron obligados a devolver parte de sus tierras. Las órdenes sufrieron esas pérdidas debido al éxito que habían tenido en la colonización de la región y en el establecimiento de las fronteras; en efecto, ya no era necesaria su presencia. Las donaciones siguieron realizándose en zonas por colonizar cuyas fronteras eran objeto de disputa. Sin embargo, hubo un lugar en el que los templarios fueron invitados a colonizar y fijar fronteras: la ciudad de Luków, en Polonia.

Los templarios llegaron por primera vez al otro lado del Vístula, más allá del territorio fronterizo “alemán”, en 1239. El duque Boleslaw de Cracovia-Sandomir les concedió tres aldeas en esa zona para contribuir a la defensa de Tierra Santa. No se tienen más noticias de las actividades de la orden en Polonia oriental hasta el año 1257, cuando el papa Alejandro IV (1254-1261) encargó al arzobispo de Gniezno (Gnesen) que organizara la creación de un obispado en la ciudad de Luków cuyo titular debía ser un tal Bartolomé. Ese encargo se hizo a petición del duque de Cracovia, su hermana Salomea y el “maestre de la casa de los caballeros del Temple en Alemania y Sclavonia”, pues el duque había donado el castillo de Luków al maestre y sus hermanos.

El duque y el tal Bartolomé, un fraile franciscano, habían llevado a cabo diversas actividades en la zona durante un tiempo. Luków estaba en la frontera con los jatvingios, un pueblo pagano de Lituania. En 1249 la Orden Teutónica había sometido a los prusianos paganos y había impuesto el cristianismo tras sofocar una rebelión. A continuación había firmado una alianza con Mindaugas, un príncipe lituano, que recibió el bautismo en 1251. La orden confiaba en que Lituania no tardara en seguir a Prusia en su conversión al cristianismo. Algunos príncipes polacos y rusos se aliaron con los caballeros teutónicos con la esperanza de obtener nuevos territorios o una mayor gloria; por ejemplo, en 1253 el príncipe ruso Daniel de Halitsch-Vladimir fue coronado rey en Drohiczyn (en la frontera oriental de Polonia) por el legado papal Otón de Mezzano en recompensa por su apoyo a la Orden Teutónica. Otros nobles esperaban anexionar a su feudo un pedazo de territorio de los jatvingios cuando éste fuera conquistado.

Pero algunos príncipes veían en los caballeros teutónicos a unos rivales más que a unos aliados, probablemente porque estaban en guerra con aliados de la orden. Esperaban conseguir solos una parte de las tierras de los jatvingios, emprendiendo una misión por su cuenta entre los paganos. A comienzos de 1253, los duques Casimiro de Cujavia y Boleslaw de Cracovia-Sandomir comunicaron al papa Inocencio IV (1243-1254) que los paganos cuyas tierras limitaban con las suyas deseaban convertirse al cristianismo, siempre y cuando se garantizara su libertad (pues la Orden Teutónica esclavizaba a los pueblos que convertía) y se les permitiera acogerse al amparo de los dos nobles. El papa quedó entusiasmado ante la perspectiva de una misión pacífica de conversión y autorizó el acuerdo.

Cuando Walter Kuhn estudió los pormenores de este episodio se dio cuenta inmediatamente de que el sumo pontífice no disponía de un mapa. De haber tenido uno, Inocencio IV habría comprobado que la misión de los dos duques abarcaba exactamente la misma región en la que acababa de autorizar que la Orden Teutónica y sus aliados emprendieran una cruzada. Los caballeros teutónicos montaron en cólera ante semejante intrusión en sus “territorios” y expresaron sus quejas al sumo pontífice. El papa, inconsciente de su propia contradicción, declaró que únicamente los caballeros teutónicos tenían derecho a actuar en esa región. Para su campaña contra los jatvingios, la Orden Teutónica obtuvo dos poderosos aliados, Daniel de Halitsch-Vladimir y el duque Semovit de Mazovia, a los que prometió un tercio de las tierras paganas conquistadas. En 1254 el rey Otakar II de Bohemia también acudió en ayuda de la orden. Llegado este punto, el duque Casimiro abandonó su proyecto de conversión de los paganos.

El duque Boleslaw, sin embargo, no cejó en su empeño. Si no podía actuar en el territorio de los jatvingios, podía perfectamente crear un nuevo obispado en sus dominios desde el que emprender la conversión de aquella tribu pagana. Un maestro franciscano de Praga llamado Bartolomé fue el encargado de dirigir la misión del duque. Pero en 1255 los lituanos, a las órdenes de Mindaugas, atacaron y asolaron la región. La conversión pacífica se convirtió entonces en una cruzada. En otras circunstancias la Orden Teutónica habría asumido el control, pero el duque Boleslaw pidió al papa que autorizara una cruzada polaca, que debía actuar al lado de la alemana, y que todas las tierras conquistadas fuesen para los polacos y no para los alemanes. En agosto de 1255 Alejandro IV aprobó la petición.

La Orden Teutónica vio el peligro que amenazaba a sus ambiciones en la región, pero Alejandro –que, al igual que Inocencio IV, no disponía de un mapa de la frontera polaca- no se dio cuenta de que una vez más habían sido autorizadas dos cruzadas antagónicas en una misma región. Los misioneros polacos se quejaban de que la Orden Teutónica impedía la conversión espontánea. La orden se quejaba de que unos peligrosos adversarios invadían sus derechos. Fue entonces, en febrero de 1257, cuando el papa autorizó la creación del obispado de Luków, y ya hemos visto que los templarios tenían encomendada la defensa de ese castillo. Es probable que la Orden del Temple ya estuviera establecida en esa fortaleza en 1255-1256, pues solicitaron ayuda cuando los lituanos saquearon el lugar. Tal vez Bartolomé pretendiera que los templarios acogieran bajo su protección a los nuevos conversos y los defendieran de los ataques de los paganos, además de prestar apoyo militar a los misioneros que el franciscano tenía operando sobre el terreno.

En junio de 1257 el vicemaestre de la Orden Teutónica en Prusia presentó una solicitud especial ante el sumo pontífice, que dio todo su apoyo a la orden: nadie podía predicar la cruz en la región ni emprender en ella una guerra santa mas que la Orden Teutónica. Así se puso fin a la misión pacífica y a la cruzada de Luków, y a partir de entonces no se tienen noticias de lso templarios en esa región.

Tanto en la península Ibérica como en el este de Europa los templarios desempeñaron un papel significativo en la colonización de los territorios conquistados o de las zonas despobladas. Con la cesión a los templarios de tierras que les permitían crear un centro de operaciones, los príncipes establecían efectivamente su propia presencia en la región: los templarios serían sus representantes, cuidarían de sus intereses y evitarían que alguien pudiera adueñarse de esos territorios. Los colonos también generaron riqueza, lo cual repercutió en beneficio de todos. En la península Ibérica y, durante un breve período de tiempo, en Polonia oriental, los templarios desempeñaron, además, un papel militar. Como terratenientes y vasallos del duque de Silesia y del rey de Hungría, se unieron al ejército que se puso en marcha para enfrentarse a los mongoles en 1241 y, fieles a sus principios, murieron luchando contra el infiel. Sin embargo, no lucharon –excepto cuando se vieron presionados por el rey de Aragón- contra otros cristianos. Su vocación siguió siendo la defensa de la Cristiandad frente a la amenaza de los no cristianos, y todas sus actividades fueron dirigidas hacia ese fin. No obstante, su presencia en las cortes de los reyes de Portugal, Castilla y Aragón y en las cortes de los reyes de Portugal, Castilla y Aragón y en la del duque de Silesia pone de manifiesto su importancia política en las cortes de Europa (fin del apartado).

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