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viernes, 11 de enero de 2013

Descubriendo a María Magdalena




Desde la encomienda de Barcelona recuperamos el apartado destinado a conocer mejor a la figura de María Magdalena. Par ello hemos vuelto a recuperar un nuevo escrito del teólogo catalán Lluís Busquets de su obra “Els evangelis secrets de Maria i de la Magdalena. La història amagada”, donde esta vez nos adentrará en los aspectos importantes del documento, en un principio comprado en un mercadillo del Cairo, cuyo contenido es nada menos que un evangelio, el atribuido a María Magdalena.

Desde Temple Barcelona, estamos convencidos de que el texto os apasionará.

Introducción al Evangelio de María [Magdalena]

‘Entonces Pedro dijo al Salvador: ya que nos has estado hablando de todas las cosas bajo el sol, explícanos también esto: ¿Cuál es el pecado del mundo? El Salvador respondió: “El pecado no existe; en principio, sois vosotros y sólo vosotros quienes engendráis el pecado al dejaros arrastrar por la naturaleza del adulterio, al cual llamáis ‘pecado’. Por eso, el Bien vino a vosotros cuando perseguisteis aquello que es propio de cada naturaleza [el bien], para restaurarla en su raíz”. Y continuó diciendo: “He aquí por qué enfermáis y morís: porque (os desvivís por lo que os) desencamina. ¡[Aquel que] reflexione tendrá que detenerse en ello! La materia iluminó una pasión que no tiene Imagen porque desciende de lo contrario a la naturaleza. Sucede entonces que un gran trastorno se apodera de todo el cuerpo. Por eso os he dicho: “Comportaos correctamente; pero si os desordenáis, corregíos de acuerdo con la verdadera Imagen de la naturaleza [espiritual]. ¡Aquel que tenga dos orejas y pueda oír, que escuche!” Evangelio de María [Magdalena] 3, 1-14’

Antes de ofrecer nuestra versión anotada y comentada del Evangelio de María (b), queremos exponer las vicisitudes de su eje de producción (a). Resumiremos después los parámetros narrativos y las temáticas más importantes en comparación con los textos protoortodoxos. Finalmente (c), justificaremos nuestras conclusiones a partir de una constatación fundamental: el Evangelio surgió en una comunidad en conflicto con la autoridad masculina y patriarcal.

a)        Eje de producción: descubrimiento, datación, publicación, autoría pseudoepigráfica y lengua (del griego al copto)

No se conoce ningún ejemplar completo del Evangelio de María. En enero de 1986, el estudioso alemán Carl Reinhardt compró en el mercado de antigüedades de El Cairo (Egipto) un códice manuscrito y lo llevó al Museo Egipcio de Berlín. Allí, el egiptólogo Carl Schmidt se encargó de producir una edición crítica y la versión alemana de lo que hoy se conoce en general como “Códice de Berlín” (Papyrus Berolinensis). El libro era un códice en papiro datado de principios del siglo V y escrito en lengua copta. Ni el vendedor, que dijo proceder de Ajmim, ni el comprador sabían que contenía el Evangelio de María, así como tres obras desconocidas entonces: el Apócrifo de Juan, la Sabiduría de Jesucristo y el Hecho de Pedro.

En el códice del Evangelio de María faltan las páginas 1-6 y 11-14. Schmidt recibió el códice con las páginas considerablemente desordenadas y le levó cierto tiempo advertir que el libro, pese a faltarle las páginas del medio, estaba casi intacto. La edición de Schmidt estaba lista en 1912, pero una vez enviada a Leipzig para ser publicada, un escape de agua en la empresa del editor la destruyó por completo. Poco después, Europa se sumía en la primera conflagración mundial. La muerte de Schmidt el 17 de abril de 1938 acabó con su ilusión de ver publicado su trabajo. Le sustituyó Walter C.Hill.

Entretanto, en 1917, se encontró en Egipto un pequeño fragmento del siglo III d.C. del Evangelio de María en lengua griega, el Papyrus Rylands 463 (=PRyl), que Hill quiso incorporar a su edición. Al ser paralelo, no ofreció nuevos pasajes, pero proporcionó variantes y evidencias adicionales en lo relativo a los datos de composición de la obra en lengua griega. La edición estaba lista para ser impresa, pero la segunda guerra mundial imposibilitó su publicación.

Finalizada la guerra llegaron a Berlín noticias de los descubrimientos de Nag Hammadi. No apareció ningún ejemplar del Evangelio de María, pero sí de dos de los textos que lo acompañaban: el Apócrifo de Juan y la Sabiduría de Jesucristo. Aunque admitió que podía caer en imperfecciones, Hill publicó el Evangelio de María en 1955. Extraordinariamente importante resultó el descubrimiento de otro fragmento griego de principios del siglo III del Evangelio de María: el Papyrus Oxyrhynchus 3525 (=POxy), localizado durante las excavaciones en Oxirrinco, a orillas del Nilo, publicado en 1983 por P. J. Parsons y que alberga la Ashmolean Library de Oxford.

Sobreviven, pues, menos de ocho páginas del papiro antiguo –de la 7 a la 10 y de la 15 a la 18 ¼-, lo cual significa que cerca de la mitad del documento se ha perdido para nosotros y posiblemente para siempre. Pero las páginas conservadas proporcionan una fascinante mirada a un tipo de cristianismo perdido durante casi quince siglos.

Puesto que la supervivencia de vestigios tan tempranos resulta tan insólita, queda demostrado que el Evangelio de María es una obra cristiana primitiva escrita ya en el siglo II, posiblemente a principios. El autor o autora, evidentemente, no es María Magdalena (las concepciones del Evangelio que lleva su nombre -por eso es pseudoepigráfico- se alejan demasiado de una teología judía). Las enseñanzas del Evangelio de María se desarrollan entre cristianos en cuyo marco referencial de pensamiento está el de la filosofía popular impregnada de platonismo y estoicismo. No sabemos quién es el autor real, pero como veremos más adelante, quiso manifestar en este Evangelio el origen de un cristianismo en conflicto y debate sobre muchas cuestiones. El Evangelio se atribuyó a María Magdalena para afirmar la autoridad apostólica de sus enseñanzas, de una manera muy similar a como otra literatura evangélica de los siglos I y II, incluso canónica, se atribuyó a los apóstoles o a sus seguidores sin que fuesen sus artífices reales. Aunque guarda cierta relación con el Apócrifo de Juan y parece confluir con el ambiente filosófico y teosófico de Siria oriental, es un dato muy controvertido si pudo surgir o no en aquella zona. (Próximamente b) El Evangelio de María [Magdalena])

  

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