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miércoles, 16 de enero de 2013

Intensificación del dominio del Temple en Oriente




Desde la encomienda de Barcelona retomamos al apartado dedicado a indagar  históricamente sobre la Orden del Temple, con el objetivo de aportar más luz en la conducta de los templarios en la sociedad. Para ello nuevamente seleccionamos un texto del catedrático en historia Alain Demurger de su libro “Vie et mort de l’ordre du Temple”, donde nos relata el complejo papel diplomático y gubernamental que tuvo el Temple tanto en Occidente como también en Outremer.

Desde Temple Barcelona os recomendamos su apacible lectura..

Envueltos en las querellas de Tierra Santa y convirtiéndose a pesar de todo (¿a pesar de todo?) en partidistas, sirviendo a los príncipes, a la vez que obligados a pasar mucho tiempo defendiendo los derechos y privilegios que esos mismos príncipes atacan, ¿no habrán perdido de vista los templarios los objetivos de su orden? No lo parece. Combatieron hasta el final en Palestina y, hasta ese final, el Occidente templario siguió proporcionando al Oriente templario lo que necesitaba. De los setenta y seis templarios interrogados en Chipre después de su detención, cincuenta y dos han entrado en la orden después de 1300, la mayoría en Occidente.

El Temple comparte con el Hospital la responsabilidad casi completa de la defensa de los establecimientos latinos en Oriente, establecimientos que han aumentado con la conquista de Chipre por Ricardo Corazón de León y la creación de los Estados latinos de Grecia después de la cuarta cruzada. Esos territorios “nuevos” han atraído a caballeros de Occidente, pero también a ciertos barones de Siria-Palestina. El papel de las órdenes se refuerza más todavía.

Chipre forma la gran base de retaguardia de los Estados latinos; el reino armenio de Cilicia está en contacto con los turcos y los mongoles del norte de Siria; le Imperio latino de Constantinopla y el principado de Morea se enfrentan a los griegos, convertidos en sus enemigos. Todas estas regiones forman parte de la zona del “campo de batalla”, aunque no se encuentren en primera línea. Por lo tanto, templarios y hospitalarios se han instalado en ellas, acabando por crear nuevas provincias.

En Cilicia, los templarios poseen una marca, atravesada por la frontera que separa Cilicia y el principado de Antioquia. Baghras, Roche-Guillaume, Roche-Roissel, Port-Bonnet son sus puntos fuertes. Sin embargo, no se crea una provincia del Temple en Cilicia hasta 1268, tras la caída de Antioquia, con su capital en Roche-Guillaume. A causa de sus pésimas relaciones con la dinastía armenia, los templarios nunca ocuparán en este país una posición tan fuerte como los hospitalarios, ni siquiera como los teutónicos. Se les solicitará, no obstante, como a las demás fuerzas latinas del Mediterráneo oriental, para que acudan en socorro de lo que constituye, después de la caída de Acre, el último Estado cristiano de Siria-Palestina.

Después de la cuarta cruzada, se crea en Grecia una provincia de Rumania, que, a finales del siglo XIII, mantendrá relaciones estrechas con Italia del Sur. Los templarios poseen bienes en Tesalia, en Eubea y sobre todo en Morea, donde se hallan presentes desde el comienzo de la conquista. Como las demás órdenes, el Temple ha recibido del príncipe feudos y pueblos. Y como en todas partes, disputa con el clero secular, especialmente con el arzobispo latino de Patrás, a propósito de ciertas casas o de la abadía de Provata. Tampoco las relaciones con el príncipe de Morea, que domina su Estado con mano de hierro, dejan de plantear conflictos. Para terminar la conquista. Godofredo II exige el servicio militar de los hombres de los establecimientos religiosos, comprendidas las órdenes militares. Al negarse éstas, el príncipe no vacila en embargar sus bienes durante tres años.

Poco faltó para que los templarios creasen en la isla de Chipre un Estado templario, mucho antes que los teutónicos en Prusia y en Livonia y un siglo antes que los hospitalarios en Rodas. La cuestión se remonta a la tercera cruzada. Ricardo Corazón de León, que ha salido de Mesina en dirección a Siria, tropieza con lagunas dificultades a la altura de Chipre, suscitadas por el déspota griego de la isla. Ricardo desembarca en ésta y se apodera de ella. No sabiendo qué destino darle, se la vende a los templarios. Mal preparados para la tarea de gobernar una isla demasiado grande, el centenar de templarios presentes en ella no logran dominar la situación. En abril de 1192, se rebela la población griega. Acosados en Nicosia, los templarios y los latinos reaccionan duramente y dominan la rebelión. Sin duda los templarios se dan cuenta entonces de que necesitarían demasiados medios humanos para conservar Chipre y que tendrían que sacrificar para ello sus ideales de cruzada. Por eso “hacen saber al maestre del Temple y al rey de Inglaterra que dispusiese de la isla según su voluntad, ya que ellos no podían conservarla por más tiempo”. Siguiendo sus consejos. Ricardo la cedió entonces a Guido de Lusiñán.

Los templarios se contentan con establecerse en la isla como lo hacen en otras partes: compra de bienes inmobiliarios, castillos, donaciones y concesiones diversas. Dado que Chipre se convierte en el centro de operaciones de los latinos en el Mediterráneo oriental, el maestre de la orden visita la isla con frecuencia. La caída de Acre provoca naturalmente un repliegue sobre la isla de los latinos, templarios, hospitalarios y otras gentes. El rey de Chipre, que sabe a qué atenerse, toma las medidas necesarias para no dejarse sumergir por las órdenes. Intenta conseguir un impuesto de capitación sobre los hombres de éstas, pero el papa se lo prohíbe. Como desquite, el príncipe les impide adquirir bienes sin su consentimiento y el del papa.

La situación se complica con la crisis política que estalla en 1306. El rey Enrique está enfermo, y su hermano Amalrico se rebela contra él, con el apoyo de los templarios. El Hospital adopta una postura más neutral. Esto conducirá a una situación curiosa en los años siguientes: mientras que los templarios son detenidos en todas partes, los de Chipre, protegidos por Amalrico, permanecen libres hasta 1309, fecha en que se aplica por fin la decisión pontificia.

Chipre no podía transformarse en un “Estado templario”. Obsérvese que en Cilicia, en Morea, en Chipre, Estados que se desarrollan en el siglo XIII, las órdenes militares se oponen a los poderes de príncipes decididos a hacer respetar su autoridad. La situación, muy distinta de aquella que las órdenes conocieron en Jerusalén, es comparable a la de Occidente.

Los tiempos han cambiado. Si no quieren perecer, las órdenes militares tienen que imaginar otras soluciones frente a unos poderes laicos fuertes.

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