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martes, 4 de marzo de 2014

La leyenda del convento de Casarás y la cueva del Monje

Desde la Encomienda de Barcelona volvemos con la intención de compartir con todos vosotros unas breves leyendas templarias que se publicaron en el libro “Codex Templi”. Como muchas de las leyendas españolas sobre la Orden del Temple, al igual que la del templario de Castillejo de Robledo, la Orden se convierte en sinónimo de venganza y conqueteo con la brujería. El investigador valenciano D. Santiago Soler Seguí, nuevamente nos acerca a esas leyendas difuntas y tenebrosas.

Desde Temple Barcelona esperamos que os agraden.


Portada de Codex Templi

Otro relato castellano representativo de la tradición legendaria templaria tiene como escenario el puerto de Fuenfría y el Pinar de Valsaín, un agreste paraje a caballo entre las provincias de Madrid y Segovia. Esta leyenda puede leerse, por ejemplo, en Madrid, cuentos, leyendas y anécdotas (Silex, Madrid, 2002; volumen II), de Javier Leralta.

No lejos de estos agrestes parajes de Valsaín y la Fuenfría, justo al lado de la calzada romana, se encuentran las ruinas del antiguo convento de Casarás. (Todo sea dicho: nunca se han encontrado pruebas de que dicho convento perteneciera al Temple. Es de extrañar que los templarios ordenaran construir un convento o encomienda para la defensa de los peregrinos en este lugar, puesto que eran muy escasos los viajeros que transitaban por este camino de la Fuenfría en el siglo XIV; ni siquiera los bandidos y pillastres paraban en estas sierras, ya que éste era un camino de soldados y cortesanos). A pesar de la inconsistencia histórica, en el pinar de La Acebeda se sigue recordando una leyenda que mezcla los fabulosos tesoros del Temple con los amoríos del senescal de la Orden y una joven condesa y dama de la corte que pasaba una temporada en el palacio de Valsaín.
Se trata de la leyenda del convento de Casarás y la cueva del Monje.

Corría el año 1306. La Orden del Temple comenzaba a sufrir un angustioso proceso que acabaría con la abolición de la Orden años después. En Castilla, temiendo lo peor, se nombra gran senescal de la Orden al caballero Hugo de Marignac. Desde ese momento, Marignac es el único sabedor del lugar donde se encuentra oculto el enorme tesoro de los templarios.

Pero ocurrió que Hugo de Marignac quedó prendado de una dulce condesa que se encontraba al servicio de la reina de Castilla. A pesar de los requiebros del templario, la dama rechazó al senescal, ya que ésta esperaba, melancólica, el regreso de su amado ausente.

Desesperado ante la firmeza de la condesita, Hugo de Marignac decidió pedir consejo a un brujo que habitaba una misteriosa cueva del valle de El Paular.

Se decía de este brujo que era un maestro de hechicería y los conjuros. Hombre solitario y ambicioso, conocedor de la magia negra y los sacrificios, no dudaba en cabalgar por toda la comarca en su brioso corcel negro; dicen que raptaba a jóvenes doncellas y que las cubría con su capa negra para acallar sus gritos de horror y de súplica.
Todo estaba preparado en la cueva del Monje. Extraños amuletos colgaban del techo y una hoguera iluminaba con misteriosas luces aquella cueva. Era ya noche cerrada cuando Hugo de Marignac se presentó en la cueva del brujo. El templario estaba dispuesto a revelar su gran secreto, a compartir el tesoro de la Orden si con ello conseguía los favores de la joven dama.

El mago negro accedió a sus pretensiones y comenzó su siniestro trabajo: después de recitar varios conjuros, arrastró a una figura encapuchada para realizar el sacrificio final y concederle al senescal sus deseos.

Por orden del brujo, Hugo de Marignac hundió su espada en el corazón de la víctima. El senescal creyó que el conjuro había concluido, que podría tener finalmente a su joven condesa y corrió hacia su caballo mientras el brujo reclamaba el pago por sus serivios.

Fue entonces cuando Hugo de Marignac lo comprendió todo: la muchacha sacrificada no era sino la joven condesa. Ya nunca podría gozar de su amor: Ciego de rabia, Hugo de Marignac acabó con la vida del siniestro monje nigromante. El senescal se quedó sin su amor y el brujo, sin su tesoro. Desde entonces, dicen que el fantasma del enamorado templario y guardián de las fortunas de la Orden cabalga por la comarca de Guadarrama, sin desvelar el lugar donde se encuentra el maravilloso tesoro.

De nuevo, el mal se presenta como un misterioso brujo adorador del demonio y cabalga en su brioso corcel negro.
………

En la provincia de Segovia, el buscador de leyendas templarias puede llegar hasta Maderuelo. Esta villa, que se encuentra en lo alto de un cerro, en el límite con las provincias de Soria y Burgos, está totalmente amurallada y su acceso debe hacerse, como en las antiguas ciudades fortificadas, a través de un arco medieval llamado la Puerta de la Villa. Estas tierras siempre fueron ricas en agua y pastos, así que los distintos grupos que la poblaron le concedieron gran importancia, desde tiempos anteriores a los celtíberos arévacos.

Pues bien, en este lugar se encuentra la leyenda del maestre templario y la Vera Cruz. Al parecer, la pervivencia actual de este relato tradicional se debe al escritor e investigador Rafael Alarcón Herrera, que lo encontró en un antiguo libro del siglo XVII. La leyenda hace alusión a la existencia de un fragmento de lignum crucis de la Vera Cruz –la “cruz verdadera” en la que fue crucificado Nuestro Señor Jesucristo-; esa reliquia sagrada, al parecer, fue custodiada por los templarios de Maderuelo.


Ruinas del convento de Casarás. Fotografía de Jonathan Gil

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