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martes, 6 de marzo de 2012

Templarios en las tierras del Ebro


Desde la encomienda de Barcelona recuperamos el apartado dedicado a conocer los lugares del Reino de Aragón, donde habitó la Orden del Temple. Una vez recorrido la comarca del Baix Ebre, nos adentramos a la comarca del Montsià.

Para ello hemos redactado un nuevo texto de nuestro amigo, el investigador, periodista y escritor D. Jesús Ávila Granados de su libro “Templarios en las tierras del Ebro”, donde nos adentra por los recónditos paisajes de la ribera del río Ebro donde se instalaron los templarios.

Desde Temple Barcelona, recomendamos su lectura.

Fotografía de la iglesia de Alcanar

Alcanar, Montsià (Tarragona)

Alcanar, al sur de la comarca, es el municipio más meridional de Catalunya y ocupa un territorio que, por su singular ubicación, fue muy codiciado a lo largo de los tiempos. Su principal referencia arqueológica es el célebre yacimiento de la Moleta del Remei, a pocos metros de la ermita del Remedio, único poblado íbero de las Tierras del Ebro que presenta una secuencia de ocupación ininterrumpida desde la segunda mitad del siglo VII hasta el II a.C.; el conjunto fue declarado Monumento Nacional en 1949. La próxima villa romana está en proceso de excavación. La presencia andalusí, que se alargó cinco siglos, dio lugar al nombre de la población, que, igual que las adquiridas del término, se pudieron recuperar gracias al documento firmado por el conde de Barcelona, Ramón Berenguer III el Grande, en el verano de 1097.

La conquista cristiana se produjo después de la caída de la ciudad de Tortosa, y Alcanar no tardó en convertirse en “tierra de frontera”. El primer intento repoblador de esta plaza tuvo lugar el 28 de febrero de 1239, con una Carta de Población concedida en esta fecha por Hug de Folcalquier, maestre de Provenza de la Orden de San Juan del Hospital, el cual la villa dedica una calle próxima al ábside de la iglesia, en tiempos del monarca Jaume I; no tuvo éxito, porque la población no aceptó con agrado la presencia de los hospitalarios. En cambio, sí que consiguieron mayor éxito la donación posterior (11 de mayo de 1252), en la persona de Guillem de Cardona, maestre templario del reino de Aragón, con lo cual Alcanar se convertía en un lugar de suma importancia social y económica en la zona bajo la potestad del Temple. Se dice que había tanta riqueza en la población que las tres comunidades convivieron con el mayor respeto, en ambiente de tolerancia, porque cada colectivo sabía muy bien su función social. Todo cambió cuando la Orden del Temple cayó en desgracia, y una nube de miedo sobrevoló sobre Alcanar, no obstante, eso, continua recordando su deuda con los templarios.

En su visita a Alcanar, es necesario que admiréis la iglesia parroquial, dedicada a la Madre de Dios de la Asunción, con una sólida tronera en el sector más elevado del lado derecho de la fachada; empinadas callejuelas e íntimas plazas nos recuerdan que estamos en una población típicamente marinera; el castillo; la torre andalusí; la cueva Bonita; la ermita del Remedio, lugar de gran devoción popular, donde no faltan cruces templarias. Desde el poblado íbero obtendréis las mejores panorámicas de todo el territorio.

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