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viernes, 30 de noviembre de 2012

Templarios en las tierras del río Ebro: Riba-roja d’Ebre



Desde la encomienda de Barcelona volvemos a recobrar el apartado dedicado a conocer los lugares más representativos del río Ebro, donde la Orden del Temple tuvo presencia. Para ello hemos elegidos un nuevo texto del escritor D. Jesús Ávila Granados, de su obra “Templarios en las Tierras del Ebro”.

Su autor nos envuelve en una discreta atmósfera que entremezcla pasado y presente y que invita a saborear el fantástico entorno de la villa de Riba Roja de  Ebro situada en la comarca Ribera del Ebro.

Desde Temple Barcelona os recomendamos su relajada lectura..

Panorámica del río Ebro a su paso por la villa de Riba-roja d’Ebre.

Riba-roja d’Ebre, Ribera d’Ebre, Tarragona

Riba-roja d’Ebre, en el extremo NO de la comarca, es una de las poblaciones más desconocidas de la Cataluña templaria. El pueblo, en la ribera derecha del río, es el primer núcleo de población que baña el Ebro en tierras catalanas. Importantes vestigios de otras civilizaciones confirman la importancia estratégica de este lugar desde tiempos prehistóricos; pero fueron los hispano-musulmanes, primero, y los templarios, después, los artífices de una esplendor socio-cultural sen precedentes en la historia de este municipio. A los primeros les deben unas tradiciones basadas en el mejor aprovechamiento de los recursos hidráulicos, para que la agricultura pudiese conseguir su mejor desarrollo; y a los segundos, el establecimiento de un núcleo fuerte y respetable, que ofrecía garantía de bienestar a todos sus habitantes, por encima de los credos religiosos.

Riba-roja d’Ebre no fue procesión templaria hasta el año 1181, cuando la plaza fue concedida a la Orden de manos del monarca Alfonso II, para compensación de las elevadas deudas que este rey había contraído con el Temple. Cuatro años después, la villa obtenía su Carta de Población, confirmada por el obispo Ponce de Tortosa, lo que dice mucho del peso que los templarios tenían en la capital de las Tierras del Ebro. El pueblo creció entorno a su fortaleza, levantada sobre una roca calcárea roja, que da nombre al lugar, sustituyendo al anterior alcázar andalusí; este recinto templario era conocido con el nombre de Rippe Rubee.

La sub-encomienda de Riba-roja no se creó hasta el año 1271; antes, esta villa dependía de la vecina encomienda de Ascó. Una década después (1281), el obispo de Tortosa, entre otras concesiones, cedidas al maestre provincial del Temple, Pedro de Moncada, la iglesia de Riba-roja, dedicada a san Bartolomé, con sus diezmos, primicias y otros derechos.

Pero la singular ubicación de esta población, que ejerce como centinela del Ebro y al mismo tiempo deviene el centro de un territorio de gran riqueza agraria, no tardó en levantar envidias. En este sentido, pues, los templarios tuvieron que rechazar en numerosas ocasiones a los sanguinarios ataques de las tropas de la familia Entenza. Violentos encuentros que tuvieron como escenario los mismos muros de la fortaleza, y también la zona conocida con el nombre de Berrús (o Barruç, ver el origen judío, citado en documentos de finales del siglo XIII), donde se alzaba la ermita templaria de Santa María Magdalena. A causa de la construcción del pantano, el nombrado templo fue trasladado de piedra en piedra, en el año 1960, hasta el emplazamiento actual.

El pueblo ha conservado su trazado medieval, que se percibe y se respira en los edificios y en el trazado urbanístico de la villa; también aquí las tres culturas de la España medieval compartieron momentos de esplendor, gracias a la presencia mediadora del Temple. Entre los edificios destacables, cabe citar la iglesia parroquial, dedicada a san Bartolomé; se trata de una construcción barroca (finales del siglo XVIII), que se levanta sobre los cimientos de la anterior iglesia templaria. En la fachada se exhibe una figura que recuerda al Bafomet templario; a demás, sobre la llave del arco de la puerta, hay grabada una cruz de ocho beatitudes, en el interior de un blasón. La calle que se abre enfrente de la iglesia, en descenso, llevará al visitante a la plaza donde se alza el castillo de Riba-roja, construcción que espera una necesaria restauración. Detrás de la fortaleza se percibe el sinuoso curso del Ebro.

En el otro lado del río, domina una plataforma estratégica, se alza la torre de guía,  conocida popularmente como la Garita, también de origen templario; se trata de un magnífico mirador, desde el cual se obtienen las mejores imágenes del Ebro y de las tierras de conreo ribereñas. Igualmente os animamos a ascender hasta la ermita de Berrús y a visitar la ermita de Santa Margarita, de planta octogonal, sobre la ribera izquierda del Ebro, y el santuario de Santa Madrona, en la fachada en la cual aparece esculpido un escudo de piedra que evoca la barca y el resto de la leyenda que rodea a esta santa; en sus cimientos se encuentran los restos de un castrum celta.  

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