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lunes, 5 de noviembre de 2012

Evangelio dominical: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”




Desde la encomienda de Barcelona queremos continuar ofreciéndoos la reflexión del evangelio de ayer Día del Señor 4 de noviembre. Como bien sabéis continuamos con el ciclo de Marcos, donde esta vez nos habla del Doble Mandamiento del Amor de la Comunidad Cristiana: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente. Amarás al prójimo como a ti mismo”.

Desde Temple Barcelona deseamos que en el silencio que proporciona la privacidad, meditéis sobre sus palabras.

‘Un escriba que los oyó discutir, al ver que les había respondido bien, se acercó y le preguntó: "¿Cuál es el primero de los mandamientos?". 
Jesús respondió: "El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; 
y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas. 
El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos". 
El escriba le dijo: "Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él, 
y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios". 
Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: "Tú no estás lejos del Reino de Dios". Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.’ (Mc 12, 28b-34)

Reflexión:

Jesús en otra dosis de sabiduría, explica que a los problemas individuales de los miembros de la sociedad, la comunidad debe implicarse para resolverlos y poner en práctica el amor hacia los demás. Así también lo entendió Santiago el Menor que en su carta redactada a la comunidad cristiana (Sant 2, 14) nos dice “¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Podrá acaso salvarlo esa fe?”. De igual forma los discípulos de Juan en su primera carta (1Jn 3, 18) comenta: "Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras". Por tanto no sólo debemos creer en la Palabra, sino proporcionar obras que ayuden al prójimo.

Plegaria:

¡Señor! Invade mi corazón y rebósalo de amor, para poder servir al que lo necesita y poder ser útil a la comunidad.

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