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viernes, 19 de octubre de 2012

Después del concilio de Troyes: un proyecto reclutador




Desde la encomienda de Barcelona recogemos un nuevo texto destinado a conocer mejor la historia de los templarios. Para ello hemos extraído unas líneas del historiador francés Alain Demurger de su libro “Vie et mort de l’ordre du Temple”. En esta ocasión, su autor nos hace un recorrido de los lugares por donde viajó el primer gran maestre del Temple, Hugo de Panys, para dar a conocer la orden en Occidente y reclutar nuevos soldados para su proyecto.

Desde Temple Barcelona estamos convencidos.

Terminado el concilio, Hugo y sus compañeros emprenden, cada uno por su cuenta, una gira de propaganda, de reclutamiento y de colecta de limosnas. A favor de la orden, cierto, pero también de manera más general, a favor de Tierra Santa.

Sigamos a Hugo de Payns. Pasa primero algún tiempo en Champaña, sobre todo en Provins, y se dirige después a Anjou y Maine. El conde Fulco V, uno de los primeros, uno de los primeros príncipes de Occidente en interesarse por la nueva milicia, se había alojado en la casa de los templarios de Jerusalén cuando se hallaba cumpliendo su primer voto de cruzado, en 1120-1121. Agradecido, fue el autor de la primera donación hecha a la orden. Un amigo, por lo tanto, a quien Hugo de Payns viene a proponer, de parte del rey Balduino II, la corona de Jerusalén. Balduino no tiene hijos varones. Su hija Melisenda heredará por consiguiente sus derechos. Necesita un marido, un caballero valiente, capaz de velar por los destinos del reino. Y con preferencia un occidental, lo que significará un defensor más para Tierra Santa.

Balduino se ha fijado en Fulco de Anjou. Ha podido apreciar su bravura, sabe el interés que le inspira el reino, conoce sus dotes de administrador y sus talentos de diplomático. Conde de Anjou y de Turena, ha adquirido el Maine gracias a su primer matrimonio. Vasallo a la vez de Enrique I de Inglaterra y de Luis VI de Francia, ha sabido mantener el equilibrio entre su dos señores, pese a ser éstos violentamente antagonistas. Y prepara, mediante el matrimonio de su hijo Godofredo con Matilde, hija de Enrique I y viuda del emperador germánico (de ahí el título de emperatriz Matilde que se le asigna de ordinario), la formación de un poderoso conjunto territorial, asentado en Inglaterra y la fachada occidental de Francia.

Fulco acepta la oferta que le transmite el maestre del Temple y toma la cruz el día de la Ascensión de 1128, en Le Mans. Ciertos historiadores , siguiendo en eso a Víctor Carrière, fechan erróneamente la visita de Hugo a Anjou en la primavera de 1129.

La misión de éste en la corte angevina no ha terminado. Para interesarse por las cuestiones de los Estados de la cruzada, Occidente tiene que ser pacificado. Hugo, fiel al pensamiento de san Bernardo, piensa que no se pueden reclutar adherentes a las milicias del Temple que no estén en paz con sus vecinos y consigo mismos y, por consiguiente, con la Iglesia. En Anjou, Fulco teme los tejemanejes de su vasallo Hugo de Amboise, que se entrega a numerosas exacciones a expensas de Marmoutier, la célebre abadía de Turena. El conde no ha conseguido hacerse entrar en razón. Hugo se encarga de la tarea y triunfa en toda la línea. “Convertido”, Hugo de Amboise puede ya partir a la cruzada.

Mientras el conde de Anjou soluciona sus asuntos, Hugo de Payns prosigue su viaje. Se le encuentra en Poitou, después en Normandía. Allí se entrevista con el rey Enrique I, que le acoge calurosamente y le envía a Inglaterra. “Fue recibido por todos los hombres de bien, que le hicieron regalos, y en Escocia le recibieron de la misma manera. Y además, enviaron a Jerusalén grandes riquezas en oro y en plata”, nos dice la Crónica anglosajona. Desembarca después en Flandes, para regresar a Champaña a principios de 1129. Le acompañan numerosos caballeros ingleses y flamencos, dispuestos a partir hacia Oriente. Es probable que hay pasado la mayor parte del año preparando la primera organización de su orden en la cristiandad de Occidente.

Durante esos mismos años de 1128-1129, otros templarios han trabajado como él en diversas regiones. Godofredo de Saint-Omer le ha precedido en Flandes; otro de los “nueve” (los primeros fundadores), Pagano de Montdidier, natural de Picardía, ha recorrido el Beauvaisis y su región natal para recibir donaciones y nuevos adherentes. Una misión recorre el sur de Francia, dirigida por Hugo Rigaud, verosímilmente  originario del Delfinado y uno de los primeros reclutas del período del concilio de Troyes. Obtiene un éxito tal en Provenza y el Languedoc que se ve obligado a confiar a Raimundo Bernard, templario de nuevo cuño como él, el cuidado de ocuparse de la Península Ibérica.

A finales de 1129, Hugo de Payns desciende por el valle del Ródano, con numerosos templarios nuevos. Fuico de Anjou hace el camino en su compañía. Se detienen en Aviñón, donde, el 29 de enero de 1130, el obispo de la ciudad dona una iglesia al Temple. Desde allí, marchan a Marsella y se embarcan hacia Jerusalén. El hijo de Hugo de Payns, abad de Sainte-Colombe, seguirá a su padre, lleva´ndose una parte del tesoro de su monasterio, con gran furor de sus monjes, para hacer donación de ella al Sepulcro.

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