Desde la encomienda de
Barcelona volvemos a retomar el apartado dedicado a conocer las influencias tan
negativas que pueden intentar llevar a cabo fuerzas demoníacas. El objetivo
principal del Príncipe de este mundo, no es otro que el de alejar a las
personas de Dios para reservar las almas humanas a una esclavitud permanente.
Desde Temple Barcelona
os invitamos a que conozcáis de primera mano las experiencias del exorcista más
mediático del momento, el padre Amorth, donde gracias a un nuevo texto de su
libro “Memorie di un esorcista-La mia vita in lotta contro Satana”, nos explica
de manera llana, el por qué es necesario llevar una vida ordenada y en Cristo.
Un
cambio radical
Don Gabriele, el
cardenal Paletti lo nombró exorcista en 1986, y lleva usted más de veinte años
librando esta dura batalla. ¿Cómo cambió su vida ese hecho?
La
cambió radicalmente. Para empezar, antes escribía mucho. Era director de Madre di Dio, la revista mensual mariana
de la Sociedad San
Pablo; lo fui duramente muchos años. Podríamos decir que mi especialidad es la
mariología. Pero, a partir de 1986,
mi vida cambió radicalmente y empecé a dedicarme de
forma exclusiva a practicar exorcismos. Y, como veo que hacen muchísima falta y
hay pocos exorcistas, trabajo siete días a la semana, mañana y tarde, incluso
en Navidad y en Semana Santa. Es decir, que no haga nada más, excepto algún
sermón a grupos grandes, sólo grupos grandes, sobre todo grupos de Renovación
Carismática, o de Medjugorje (los dos movimientos a los que me dedico). Y, una
vez al mes, doy una conferencia en Radio María, con preguntas y respuestas, de
seis a siete y media de la tarde, una hora y media, el segundo miércoles de
cada mes. Hace dieciséis años que doy esta especie de conferencia y veo que la
gente aún no se ha cansado, aunque mi tema siga siendo el mismo: los
exorcismos. Está claro que a la gente le interesan estas cuestiones, porque
aprende de ellas. Recibo muchas cartas y llamadas de agradecimiento. Me hacen
gran cantidad de preguntas; y muchos me dicen: “Nunca consigo hacerle mi
pregunta”. Hablo tres cuartos de hora; luego empiezan las llamadas con las
preguntas. Y me doy cuenta de que, frente al gran silencio sobre el diablo, que
a menudo procede de la misma Iglesia, los fieles y la gente corriente tienen un
profundo deseo de saber.
En
definitiva, fue un cambio radical, increíblemente radical. Hace años se me
conocía como mariólogo (o mareólogo,
vaya usted a saber…) y ahora soy conocido como exorcista. Sobre todo porque, al
ver que había pocos exorcistas, se me ocurrió escribir libros y, por el éxito
que han tenido, yo diría que la
Virgen bendijo mi idea. Mi primer libro, Habla un exorcista,
lleva veintiuna ediciones en Italia y ha sido traducido a veintitrés idiomas.
Un éxito mundial, que me ha hecho famoso en el mundo entero. Me invitan a todos
los países. En Polonia me dicen: eres muy famoso en Polonia. En Brasil: eres
muy famoso en Brasil. Y lo mismo en Estados Unidos, etcétera. Y soy famoso por
mis libros, porque nunca he ido a esos lugares, ni voy a ir; tengo demasiado
trabajo en Italia.
Luego
se me ocurrió fundar la
Asociación de Exorcistas. Primero sólo era nacional, pero
luego se hizo internacional. En la primera reunión éramos doce; fue en 1991, en
la iglesia de los Santos Pedro y Pablo, aquí, en Roma. A esa primera reunión me
hubiera gustado que asistiera el padre Candido. Amantini, que entonces aún
vivía. Pero no, no me vio con fuerzas. El caso es que fuimos doce. Al año
siguiente ya éramos más, y al siguiente el número había aumentado mucho. En
1994 la Asociación
se hizo internacional, ya que asistían muchos curas extranjeros. Ahora soy
presidente emérito de la
Asociación , porque, después de varios años y de haber
organizado diez congresos, pensé: mejor que el cargo sea rotativo. Ahora el
presidente es Giancarlo Gramolazzo, aunque los miembros me nombraron presidente
honorario vitalicio. Ya ve, tras unos años ejerciendo el oficio de exorcista,
se me ocurrió fundar la Asociación
Internacional. Y creo que la buena acogida que ha tenido, y
el número siempre creciente de miembros, demuestran que el Señor ha bendecido
esta iniciativa, haciéndola suya.
Cómo
exorcizar un drama
El
marido es médico dentista, la mujer, ama de casa y muy inteligente; tienen dos
hijas. En casa de esta familia ocurrían fenómenos extraños: ruido de pasos,
presencias no identificables, golpes muy violentos, luces que se encendían y
apagaban solas, lo mismo que el televisor y la radio, y objetos que se movían
solos. En un punto del dormitorio hacía un frío intenso, como en una nevera.
En
determinado momento, la mujer empieza a sentir dolores agudos en el estómago y
la cabeza, acompañados de reacciones violentas y de un intenso odio a su
marido. Un día, tras comer en un restaurante, vuelve a casa obsesionada con
unos supuestos ataques sexuales del camarero, que le ha regalado un frasco de
perfume. Todo es motivo de pelea con su marido, y persisten los sentimientos de
odio y venganza.
Marido
y mujer habían asistido a varias clases y reuniones de Nueva Era (New Age) y
estaban a punto de llegar al estadio de espíritus guía; al mismo tiempo,
participaban en un grupo de Renovación en el Espíritu. Resultado: la mujer está
cada vez más deprimida; intenta matar a su marido y luego suicidarse; sin
ningún motivo, pasa del llanto desesperado a la risa insensata.
Cuando
vinieron a verme, les sugerí que, para empezar, debían confesarse, comulgar y
pedir sincero perdón. Además de romper el contacto con Nueva Era, les aconsejé
que interrumpieran temporalmente las sesiones con el grupo de Renovación, ya
que los ejercicios de introspección para alcanzar el discernimiento causan
inquietud y desmoralizan. Les recomendé que siguieran un camino de fe sencillo
y personal, con una relación más directa con el Jesús Eucarístico, y que, entre
semana, asistieran a alguna misa con comunión, adoración y bendición
eucarística al término de las funciones. En casa, les aconsejé rezar el rosario
y el exorcismo de León XIII (en su versión breve y traducida), así como beber
agua y óleo exorcizados.
Después
exorcicé la casa, eliminando todas las muñecas, figuras y máscaras orientales
de sus hijas. También empecé a exorcizar a la mujer. Durante las sesiones,
hablaba: “Somos Alef y Alimai. Satanás nos ha entregado a esta mujer. Es
nuestra, no te la daremos, aquí estamos bien”.
Tras
retomar la vida cristiana, tras el perdón y cinco exorcismos, la situación
cambió radicalmente. Han cesado los ruidos, las peleas, por la noche duermen.
La mujer ya no está obsesionada con el camarero, y su espíritu de venganza casi
ha desaparecido.
Creo
que, por fin, viven en paz. También están siendo muy efectivos los exorcismos
breves por teléfono; confío en que pronto la liberación será total.
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