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miércoles, 11 de julio de 2012

Templarios en las tierras del río Ebro: Ascó, IIª parte.



Desde la encomienda de Barcelona continuamos con la segunda parte dedicada a la villa tarraconense de Ascó, donde D. Jesús Ávila Granados en su libro “Templarios en las tierras del Ebro”, nos relata con un lenguaje sencillo sus viajes por las tierras bañadas por el río Ebro, donde  se instaló la Orden del Temple.

Desde Temple Barcelona deseamos que estas breves líneas hayan sido de vuestro interés.

Fotografía de los restos del castillo de Ascó.

El legado morisco de Ascó sorprende por su variedad y riqueza. Entre los lugares de visita obligada está el pueblo antiguo, caracterizado por un entramado urbanístico típicamente musulmán, con callejones estrechos, placetas íntimas y en pendiente; hace un par de décadas, en el seno de este barrio apareció el edificio de baños (hamman); también hemos de destacar la lápida de una tumba, caracterizada por sus signos hebraicos, una mahén David (la estrella de seis puntas hebrea) y una flor de lis; todo esto recubierto de caracteres árabes, todavía por descifrar. Los arcos de herradura que todavía se conservan en el interior del núcleo antiguo y los restos de pinturas de color añil en los zócalos, marcos e intradós de las puertas y ventanas de las viviendas confirman, todavía más, el importante peso cultural que consiguió esta población durante los siglos medievales, como una villa morisca. Esta comunidad obtuvo un notable desarrollo, después de la conquista cristiana, gracias a los templarios. En el recinto amurallado donde vivían los hispanomusulmanes se accedía a través de las puertas del Faidor y de Vallxiquer.

La iglesia parroquial, dedicada a san Juan Bautista, es una construcción templaria basada en el octógono, como un templo funerario. Las reformas posteriores (llevadas a cabo durante los siglos XVIII y XX) han modificado sustancialmente la obra medieval; a pesar de ello, de la primitiva obra se conserva el ábside octogonal (cada uno de los ángulos, orientado a un lugar de poder de la zona), dos capillas laterales, un campanario de espadaña (que es el único en la Catalunya Nueva) y diversas górgolas. En la calle Mayor, está Ca Estisora (Casa Tijera), la casa-torre templaria que anteriormente fue un minarete andalusí; y, a pocos metros de allí, el visitante se sorprenderá gratamente al contemplar una cruz de ocho beatitudes, grabada en el sillar de piedra de una vivienda, que, sin duda, en algún momento perteneció al castillo superior.

Descendiendo la calle que arranca delante mismo de la iglesia, el viajero no tardará en llegar a Cal Cavaller (Casa Caballero), la antigua residencia de Ali Abimazid, gobernador andalusí de Ascó, vivienda que, en el año 1152, el conde Ramón Berenguer IV libró en bandeja de plata a Guillem de Sadaó, maestre templario de Miravet, porque fue transformada en la casa de la encomienda del Temple en Ascó. A muy pocos maestres de allí, en la actual calle Sequerets, estaba ubicado el cementerio hispanomusulmán, las tumbas que estaban orientadas a la Meca, fueron expoliadas después del decreto de expulsión de los moriscos de 1610.

En la calle Hospital se encuentran los pórticos de Ca Pere Sans (Casa Pedro Sans) con una de las puertas de acceso a la Vila Closa. En les Voltes y Sitges se almacenaban los granos que se recaudaban. Pero no marchéis de Ascó sin haber visitado el Horno de Pan de Xavalí, edificio que, además de ser el lugar donde se elaboraba y se cocía el pan de la comunidad cristiana de la villa, en tiempos del Temple disponía de una sala donde se reunían los jurados y prohombres, para determinar si un hecho punible constituía un delito criminal o bien se trataba de un hecho penal civil.

Ascó es una villa que invita a deambular por los idílicos porches, empinadas calles y acogedoras placitas, en un embrujado ambiente que envuelve al viajero en la magia del espíritu medieval; en la calle de Baix (de Abajo), se encuentran los porches de Cec, Baijunca y Cavaller. Y desde la plaza Nova (Nueva) se puede admirar una esplendida panorámica de todo el conjunto de la vall de l’Ebre (valle del Ebro).

Uno de los lugares de poder era la ermita de San Miguel Arcángel (patrón de la villa), levantada sobre una falla geológica, en la entrada de la población venidera de Flix; en esta construcción, que debía ser templaria, acudían los moriscos en procesión cada año, el segundo domingo de mayo, para rezar contra las prolongadas sequías. La ermita del Calvario, aunque de construcción más reciente (1807), realizada por Ramón Jordà, se levanta sobre una cima, a pocos metros de un castrum celta; según las informaciones recibidas por los vecinos de Ascó, este santuario se corresponde con otro anterior, construido durante el siglo XV por unos jóvenes de esta población que, por evitar la costumbre feudal del derecho de pernada, huyeron de Ascó, y a su vuelta, en agradecimiento, levantaron esta ermita, en la cual se sube el Domingo de Ramos por la tarde, y también el Viernes Santo por la mañana, haciendo el Via Crucis. En este santuario se cantaban las estrofas del Miserere en forma de saeta; es por tanto, la única saeta catalana conocida.

La ermita de la Madre de Dios del Carmen, llamada afectuosamente por los habitantes de Ascó como la Capelleta (Capillita), domina un suave cerro que se alza sobre la confluencia del barranco de la Fontxinxella y el ancho curso del Ebro, a pocos metros del Mal Pas (Mal Paso) y sobre el antiguo puerto fluvial de Ascó, que conserva el empedrado y los pilares donde se amarraban las embarcaciones. Buena parte de estas instalaciones medievales fueron destruidas con el trazado de la vía férrea, en el año 1882.

La ermita de santa Paulina, en medio de los restos de un poblado íbero-celta, en la entrada del legendario Pas de l’Ase (Paso del Asno), delante de una roca plana que domina el curso del Ebro; según explica la tradición, en esta roca se agarró la imagen de santa Paulina que la corriente de agua arrastraba río abajo (se conserva la señal de las manos grabadas en la piedra). A demás de la nombrada santa, cuatro imágenes más bajaron a través del río: san Antonio de la Puebla, san Sebastián de Fajó y santa Concordia de Flix. En el año 2003 se inauguró la nueva ermita, en el incomparable paraje del mas de Prades, donde acuden en peregrinaje las gentes de Ascó y de otras poblaciones de la comarca.

Pero recomendamos que no abandonéis la población de Ascó sin antes visitar sus enclaves sagrados. Las rocas de la Bruja y de la Brujita, así como también la Roca Solar, que se contempla desde la lejanía, mirando hacia la localidad de García, se alzan sobre enclaves de energía de origen protohistórico, alrededor de la población.

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